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La corrupción mata

El incendio en Bucarest de una discoteca que no reunía las condiciones de seguridad legisladas, con un saldo dramático de 23 jóvenes muertos, ha producido la dimisión del gobierno de Rumanía, encabezado por Victor Ponta, quien ya se hallaba en el centro de diversos escándalos de corrupción. "La corrupción mata" ha sido el eslogan exhibido por unos 20.000 manifestantes que exigieron a gritos tal dimisión? que obtuvieron, para perplejidad de muchos, dentro y fuera de Rumanía.

A poco que se profundice en el análisis de esta noticia, saltan las lágrimas en España. Porque aquí no la corrupción no ha provocado dimisiones -los ceses han debido conseguirse mediante fórceps y con abundante agua caliente- sino que en muchos casos ha servido para fortalecer las posiciones políticas.

A los españoles nos faltan, en fin, dosis considerables de cultura democrática y algún adarme de decencia. Porque, sin ir más lejos, está bien a la vista que, en Cataluña, las noticias crecientes sobre las corrupción del clan Pujol y sus amigos políticos no sólo no desembocan en una pudorosa ocultación de los aludidos sino que aceleran a los ojos de todos el curso del 'proceso', como si la implacable acción de la Justicia fuese una maquiavélica maldad del Estado español y no la consecuencia de unos controles primarios que tienden sistemáticamente a sentar a los delincuentes en el banquillo de los acusados.

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