La Educación es la base de la sociedad y el mal enfoque de la misma es, en ocasiones, el origen de muchos problemas que en ella conviven y de otros tantos que ocurrirán en el futuro. Es el eje fundamental sobre el que gira nuestro país, tanto en lo que conlleva en éxito/fracaso escolar como en el futuro prometedor o desolador de unos jóvenes que serán mayores muy pronto. ¿Por qué es tan difícil hacer triunfar a nuestras próximas generaciones? Las luchas políticas sobre cómo estructurar la educación vía Ley ha desembocado en odio -enfrentamientos callejeros- y en dos formas de ver España con unas diferencias muy pronunciadas cada año que pasa. Las dos Españas de siempre, la izquierda y la derecha. ¿El problema? La mala gestión por parte de las CCAA de las competencias de "Educación" que cedió el Estado años atrás y que debería recuperar para la garantía de todos los españoles vistos los resultados actuales. La educación no debe, ni debería entender de orientaciones políticas. Es decir, el fracaso escolar tiene el epicentro en una Ley (la LOMCE) que no ha contado con el apoyo mayoritario de los partidos políticos y que provoca una pobre y muy limitada aplicación de la misma en las CCAA de signo contrario al Gobierno Central. Si a ello tenemos que añadir el problema del catalán (en las regiones donde convive esta lengua como co-oficial ya sea en Baleares o Cataluña como casos más notorios), el trilingüismo, la religión, la visión de la versión sobre la Historia de España que se maneja en los libros de texto, que varía en función de la Comunidad Autónoma donde residamos...es un absoluto caos.

Es sorprendente porque muchas manifestaciones callejeras a lo largo y ancho del Estado enarbolan el lema "Educación Pública y de Calidad", sobretodo por parte de corrientes izquierdistas, como si la Educación sólo pueda dibujarse desde un punto de vista de la progresista. Vuelven a caer en el enfoque político del tema. Los sindicatos de las Universidades son un caldo de cultivo de frentes revolucionarios que no buscan espíritu ni derecho estudiantil alguno. Hemos perdido el Norte. Ahí tenemos a un Pablo Iglesias o un Iñigo Errejón (vienen de la Universidad) dando un enfoque radical izquierdista y partidista a una educación que, per se, debería ser universal. La Educación mejoraría estableciendo contenidos y temática única para toda España, en coordinación con los programas educativos de los países de nuestro entorno europeo. Nos hemos integrado en Bolonia sin una base sólida y definida de contenidos en Europa. Por ejemplo, la UE, sorprendentemente, no tiene competencias de Educación ¿Por qué? ¿Acaso las matemáticas, la física, la biología son diferentes de un país a otro? Es un sinsentido. Son los mismos conceptos. Igualmente ocurre en el campo de las Letras, la Historia, la Filosofía y la Literatura, son y serán campos universales. En contra de esta unificación de criterios, vivimos en un escenario conflictivo permanente, de orientación regionalista, sin soluciones a una juventud cada vez más universal, con más idiomas, con más inquietudes y que viaja más que nunca en la Historia en una Europa sin fronteras. Sorprende que a mayor acceso a la información que tienen los alumnos hoy en día, más pobre es su formación del conocimiento. Hemos creado la generación NI-NI, ¡ni estudiar ni trabajar! La falta de una educación definida e igualitaria en conceptos, contenidos y materias en todas las CCAA es lo que provoca que cada vez sea más difícil convivir con el Sistema propuesto por la Administración y, ello implica enfrentamientos muy directos en una educación que debería ser de todos. La solución pasa por un consenso de todas las formaciones políticas y, parece que, según las encuestas, el mapa parlamentario estará muy discutido en la próxima legislatura, con lo que habrá que negociar la futura LOMCE. Los jóvenes merecen un futuro mejor y una rápida solución. Nos jugamos el futuro de nuestro país.