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Llorenç Riera

La etiqueta social de los presupuestos

Si los presupuestos del Govern Bauzá se caracterizaban, antes de cualquier otra cosa, por la pretensión de controlar el desbocado déficit público a precio de cualquier recorte, las primeras cuentas autonómicas de Armengol aspiran de modo preferente a cumplir con los compromisos sociales del tripartito que sustenta al Ejecutivo actual. Antes que saldar deudas con la banca, pretenden zanjarlas con los más desfavorecidos, sean parados, dependientes o enfermos. Son, en este sentido, unos presupuestos sellados por el acuerdo de gobierno entre el PSOE y Més con el soporte exterior de Podemos.

Cuando se habla de cuentas públicas, la condición social que determina sus cifras constituye un elemento y una característica en boga. Por lo menos ocurre así, de manera decidida, en los últimos tiempos. El año pasado, al presentar los últimos presupuestos del PP, el conseller Marí ya defendió su condición social. Ayer, Catalina Cladera, hacía especial incidencia en la preferencia presupuestaria por los desfavorecidos y por quienes han notado los mayores latigazos de la crisis.

A falta de conocer la asignación concreta que se acabará realizando a distintos departamentos y que no será desvelada hasta hoy, cuando los presupuestos de 2016 lleguen al Parlament, a la actual consellera de Hacienda le avalan las grandes cifras presentadas. El Govern Armengol dispone para el año próximo del mayor presupuesto de la historia, 4.241 millones con una clara apuesta por Sanidad, Educación y Servicios Sociales. Aumentan en un 6% las partidas para estas materias hasta sumar más de 2.500 millones.

No se ha caído en la tentación de incorporar en falso los 80 millones del convenio de carreteras que nunca llegan y se observa una mayor precisión en la previsión del gasto sanitario, aparte de la renuncia a grandes las inversiones y la disminución de los gastos corrientes. Si prácticamente todas las asignaciones se incrementan, la pregunta es saber de dónde se obtendrán mayores ingresos.

La respuesta viene desde la confianza en la mejora global de la economía con un crecimiento de hasta el 3% que comportará mayores aportaciones del conjunto de tributos. También se prevé ingresar 50 millones de la mano de la ecotasa y, como estaba anunciado, se aumentan el IRPF a las rentas altas. También habrá mayor presión fiscal para las transacciones millonarias. Quedan, por otro lado, 869 millones de créditos e intereses a renegociar con los bancos. La aspiración es la de ingresos superiores en 244 millones y dedicar, por ejemplo, 20 a renta básica y sumar 41 más de los actuales a Educación para aliviar aulas y suplir bajas laborales.

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