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Llorenç Riera

Clarificar el destino de la ecotasa

La ecotasa ha tenido y sigue teniendo, aunque en menor medida, muchos detractores. Pero, quien más quien menos, ya tiene asumido que su aplicación se ha vuelto irreversible. El Govern ha dejado claro que comenzará a cobrarla el próximo año. No tiene mucho sentido por tanto seguir ejerciendo una oposición o mera protesta en contra del tributo inevitable. Se invierten los términos, ahora lo sensato, y lo práctico, es intentar beneficiarse de ella. El hueso indigerible y difícil de roer de la ecotasa se está transformando en caramelo apetecible para todos.

Quedó demostrado ayer en el encuentro que mantuvo la directora general de Turismo, Pilar Carbonell, con una amplia representación del sector empresarial. En principio, la convocatoria era para notificar que la sentencia de aplicación de la ecotasa es firme. Quienes acudieron al encuentro ya lo sabían, lo daban por hecho. Por eso dieron un decidido paso adelante y, lejos de la protesta, pidieron beneficio directo del cobro del tributo para sus respectivos sectores y aspiraciones profesionales. A la ecotasa se le halla ahora utilidad como instrumento de lucha contra la estacionalidad, mucho más allá del recurso medioambiental y paisajístico.

Ocurre así, en buena medida, porque cuando la presentaron en sociedad, la presidenta Armengol y el vicepresidente Barceló le asignaron un amplio catálogo de posibilidades y recursos que, por muy elevados que sean los ingresos que acabe generando, están por demostrar. Se ha llegado a una situación en la que se hace imprescindible definir con claridad los verdaderos usos y destinos de la ecotasa. No hacerlo así repercutirá de forma negativa sobre el sector turístico.

El tributo que se estrenará el próximo año no será el pozo sin fondo que se pretende o el pastel goloso para todos. Se han creado demasiadas expectativas. Lo demuestra el mismo hecho que ayer se pidiera que sirva para subvencionar a los hoteles que abran en invierno y a quienes aprovechen la temporada baja para afrontar obras de reforma en los establecimientos turísticos. Incluso se llega a albergar la esperanza de que no se cobre en invierno o pueda lograr que las tasas aeroportuarias sean más bajas en los meses de escasa afluencia de visitantes. A la ecotasa repudiada hace dos días le llueven hoy los pretendientes. Deberá definir su personalidad para no ser estrujada en exceso antes de hora.

La madurez de la tasa pasa también por concretar si llagará a aplicarse en los cruceros. Existe temor de que su cobro en estos buques los desvíe hacia otros puertos del Mediterráneo español que no la cobran o a la ribera del norte de Africa cuando esta zona vuelva a pacificarse. En ciudades como Barcelona, Roma y Florencia los cruceristas abonan la ecotasa, pero se advierte que son destinos exclusivos, sin competencia posible, dados sus valores intrínsecos. Algunos expertos dudan que Mallorca pueda situarse al mismo nivel y temen las repercusiones por el poder adquisitivo que suponen los pasajeros de cruceros para el comercio y la oferta complementaria en general. Es un aspecto más de los que obligan a definir la ecotasa con mayor claridad y precisión.

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