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Dos nombres de mujer

El secretario general del PSOE parece lanzado a la caza de titulares en esta agitada pre-precampaña. Últimamente su especialidad es dar sorpresas en la lista de Madrid, donde la inclusión de dos nombres de mujer, ambas independientes, ha dejado atónito a más de un militante y ha levantado ampollas en otros muchos. Se trata de la ex comandante Zaida Cantera y de la ex dirigente de Unión, Progreso y Democracia Irene Lozano. De la primera se conoce su dura experiencia personal en el ejército, donde sufrió acoso sexual y laboral por parte de un superior. La denuncia de los hechos, un duro proceso judicial y el posterior trato discriminatorio de que fue objeto la llevaron a renunciar a su carrera militar, y en la actualidad está jubilada. En cuanto a la segunda, es conocida, sobre todo, por su activo papel parlamentario, que en más de una ocasión la llevó a criticar con dureza a la misma formación política en la que ahora concurrirá a las próximas elecciones generales. Pero también es periodista de muy amplio espectro y ensayista galardonada; este año, además, ha publicado una "novela-testimonio", No, mi general, que, casualmente, recoge la peripecia de su compañera de lista, Zaida Cantera.

Ambas candidatas representan un modelo de mujer con el que muchas españolas de hoy pueden sentirse identificadas: trabajadoras y dispuestas a luchar por sus principios; cada una a su modo, ha roto con el cliché de la sumisión femenina, rancio pero muy vivo y vigente aún por estos pagos. En cambio, el perfil público de las dos plantea importantes distinciones. En su particular batalla dentro de una institución donde el corporativismo de los mandos es ley, Cantera, en cierto modo, dio un paso atrás. Aunque en recientes declaraciones asegura que en su nueva carrera política no piensa "ir de víctima", ahora tendrá que aprender a manejarse en un ámbito donde quizá pueda reparar lo sucedido y hacer algo para evitar que se repita su historia -y la de tantas mujeres- que no llega a trascender a los medios de comunicación. En cambio, Lozano muestra una personalidad diametralmente opuesta. En su faceta política ha dejado claro que su ideal no es la dorada medianía. Cuando el barco de UPyD comenzó a hacer agua, Lozano dio un paso al frente para intentar ponerse al mando; tras perder las primarias hace poco más de tres meses -y consciente de que el horizonte pinta muy negro para la singladura de la nave magenta-, ahora cambia de rumbo y, sin despeinarse, aterriza en el que antes fuera su archidenostado bastión del bipartidismo.

Los que creen que los hombres son de Marte y las mujeres, de Venus, quizá distingan un rastro venusino en Cantera y otro marciano en Lozano. Quienes prefieren hablar de coherencia tienen otra opinión. A día de hoy lo único evidente es que Pedro Sánchez acaba de fichar a una persona que tiene las cosas muy claras; sobre todo, tiene claro lo que quiere y adónde quiere llegar. Y, además, no es nada amiga de revisionismos. Cada escalón ascendente borra el anterior. Sin más. Borrón y cuenta nueva.

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