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Son minoría

El soberanismo catalán, con sus banderas al viento y toda la liturgia arcaizante que lo caracteriza el himno, las enseñas, las liturgias, los héroes y la mixtificación de la historia pretende mostrar al mundo (y sobre todo al resto de España y a las instituciones comunes) que existe en Cataluña una voluntad masiva, exorbitante e imparable a favor de la independencia. Las manifestaciones organizadas cuidadosamente para acompañar a Mas y a sus consejeros a declarar ante el juez por presunto delito de desobediencia no tenían otro objeto que recargar subjetivamente lo que se quiere ver como una humillación infligida por el Estado a los superhéroes que han urdido la estrategia de separación. Pues no: esta apariencia de unanimidad que se busca es sencillamente engañosa, mendaz, falsa de toda falsedad. Porque tanto el remedo de referéndum del 9N como las elecciones "plebiscitarias" del 27S, que el gobierno catalán ha organizado para contar independentistas han puesto de manifiesto que los catalanes propensos a constituir un estado propio y separado de España son minoría. Lo grave es que, a pesar de estas evidencias, los sedicentes demócratas que siguen a Artur Mas no los de la CUP, que han reconocido la derrota, que impediría a su criterio la declaración unilateral de independencia persisten en su intención segregadora. ¿Acaso pretenden Mas y los suyos arrastrar a la ciudadanía de Cataluña hacia la independencia contra su voluntad?

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