Las matriculaciones para adquirir conocimientos y formación en lengua inglesa han descendido prácticamente en cuatro mil estudiantes en un año en las escuelas oficiales de idiomas de Balears. Ocurre después de la derogación del TIL. En el curso actual suman 10.339 alumnos, cuando en el anterior eran 14.148. Esto por lo que respecta al inglés. Es el dato más llamativo, pero no una excepción, porque resulta que el número de estudiantes de lenguas extranjeras en centros oficiales ha bajado en todos los idiomas, excepto el castellano y el árabe.

La situación no deja de ser anormal y preocupante en una Comunidad abierta al exterior y entregada a la industria turística, como Balears. Prácticamente en un año se ha pasado, de forma abrupta, de la imposición contestada a la despreocupación y la desmotivación. Es un declive que, de seguir así, acabará produciendo claras secuelas sobre la formación de generaciones futuras y los profesionales actuales.

Balears necesita tener una enseñanza de idiomas normalizada en su plenitud, tanto por lo que respecta a la oferta como a la demanda docente. El cambio de tendencia confirmada durante el último año demuestra que no se concede la atención ni la importancia que merece a la enseñanza de lenguas que puedan considerarse tradicionales como el inglés, el francés o el alemán, sino también otras que están irrumpiendo con fuerza sobre las fluctuaciones demográficas que miran con interés hacia Mallorca, como puedan ser el ruso, el árabe o el chino.

El sistema educativo público está fallando de forma estrepitosa en este sentido. Se pasa del conflicto a la nada. Es verdad que el TIL era inviable por los métodos utilizados por el Govern Bauzá en su imposición y concepción. Una vez derogado, no se han estructurado alternativas válidas que puedan sustituirlo.

Un sector considerable de la comunidad educativa dejó claro ya desde el principio que no se rechazaba la enseñanza del inglés y en el propio idioma. La oposición venía por la carencia de medios y los plazos incumplibles. Era un mal planteamiento sin solución ni continuidad que no ha tenido respuesta ni alternativa válida. Este es el problema actual.

Hoy parece como si el profesorado se desentendiera de la cuestión y la Administración tampoco supiera reparar el mal ocasionado. No hay que estudiar inglés, alemán u otros idiomas extranjeros porque lo imponga una determinada norma educativa. Hay que hacerlo porque en nuestra sociedad, tanto en el ámbito internacional como en Balears, constituye una necesidad vital . Su conocimiento, aparte del dominio verbal y escrito que se pueda haber adquirido, se transforma en cultura y enriquecimiento personal. Conviene dominar los idiomas oficiales de la tierra que se habita sin que ello pueda ser traba para conocer otros que nos abren al mundo y a las personas. También, muy significativamente, al comercio y la industria.

La nueva normativa que ha anunciado la conselleria de Educación no puede demorarse. El aprendizaje de lenguas extranjeras no debe quedar sólo a merced de quienes han adquirido conciencia de su necesidad o ser una exclusiva preferente de la enseñanza privada. Si así fuera, se crearía el riesgo de derivar en una situación de clara brecha social. Cuando Europa borra las fronteras, el conocimiento básico de distintos idiomas es imprescindible en la enseñanza oficial reglada y necesario para la expansión humana y profesional. Los planes de estudio que se aplican en Balears no pueden prescindir de esta realidad incuestionable.