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Llorenç Riera

Las tareas propias de IB3 y del Parlament

Cuando uno, sea persona física o institución, conoce con claridad las funciones propias del cargo que ocupa o que dan razón de ser a la entidad, tiene bastante avanzado para desempeñar con solvencia la responsabilidad que se le ha confiado. Mucho más si ello obedece a un mandado de raíz democrática.

IB3 es una fuente de conflictos y problemas porque no puede o no quiere -quizás ambas cosas a la vez- emplearse a fondo en su función de medio audiovisual regido por la equidad, la profesionalidad y el servicio público.

Por otro lado, en esta legislatura todavía novel, el Parlament, está mostrando inquietantes signos de que en sus escaños, sin que sea un comportamiento excepcional, no se sabe muy bien quién es quién y a que debe atenerse cada uno. Desde la misma vestimenta de bastantes de sus señorías -muchas veces impropia de la representatividad que se les ha confiado y de la trascendencia de las sesiones- hasta las salidas de tono, el Parlament acaba quedando un tanto devaluado. No es mera anécdota. Es la expresión de unos talantes y modos de comportamiento que plantean la duda de si la Cámara está hoy a la altura de las circunstancias y tiene capacidad para canalizar la verdadera inquietud y demanda social.

Lo decimos al amparo de lo visto ayer mismo en el Salón de las Cariátides. Para poder desbloquear el coto cerrado y un tanto a la deriva de IB3, se tuvo que recurrir al inicio del trámite de una proposición de ley según la cual el consejo de dirección y el director general del ente público serán designados por tres quintos del Parlament en vez de los dos tercios necesarios en la actualidad. Esta es la senda tomada por PSOE, Més y Podemos con la complicidad un tanto distante del PI y el desmarque de PP y Ciudadanos. Nada está garantizado. Quedan todavía muchas cosas por pulir hasta que la radio televisión pública de Balears pueda emitir bajo la frecuencia de pluralidad y respeto. Tampoco está claro de forma suficiente que esta sea la verdadera onda que se le quiera impregnar.

Todo puede ocurrir en una Cámara en la que hasta su presidenta quiere interpelar de forma directa a la jefa del Ejecutivo. Xelo Huertas está todavía con la resaca de su enfado por haberse visto obligada a envainar la pregunta que tenía preparada para la presidenta Armengol. La mujer que personifica la segunda instancia de la Comunidad pide cuentas a la primera.

Nunca se había visto intención tan insólita y todavía más cuestionable si se cae en la cuenta de que el interrogante preparado hacia referencia a la situación de los funcionarios, colectivo al que pertenece Huertas. La presidenta neutral y equidistante en lo político también debe serlo en lo personal. Mucho más si cabe, pero Xelo Huertas, en vez de aprender la lección, encajó mal el golpe con una pataleta que le llevó a votar diferente a de sus correligionarios de Podemos.

El Parlament siempre es reflejo del talante, disposición y capacidad de los diputados electos. Hoy sabemos que no pueden ir más allá del pacto de gobierno para desbloquear IB3 y que está bajo una presidencia con sentido institucional desencajado. No resulta alentador.

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