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Llorenç Riera

La dificultad de lograr un piso nuevo

Por un motivo u otro, conseguir un piso nuevo es, casi siempre, una misión plagada de obstáculos por superar. La mayoría de ellos son, por supuesto, económicos que luego se complementan con otros estrictamente materiales o administrativos. Digamos que cada época tiene sus dificultades especificas en eso de ver materializada la ilusión o la necesidad de apropiarse o fundar la casa familiar, mucho más si es la elemental, el techo cotidiana de cada día, porque la casa de campo o el chalé de descanso residencial es otra historia que se mueve en terrenos económicos y administrativos más dóciles y tolerantes.

No es cuestión única del poderoso caballero don dinero o de mero poder adquisitivo. Algo sustancial está fuera de lugar cuando se complica el acceso a la casa habitual y por contra se allana el de la segunda residencia o la posibilidad de lujo, tanto si es consolidado como de nuevo cuño. Es así incluso en un territorio insular y abocado en exclusiva al turismo como Mallorca.

Cuando el temporal de la gran crisis económica ha amainado parecía evidente que la construcción de vivienda nueva iba a repuntar con una oferta razonable a precios competitivos. No es así. Lo demuestra la constatación de que los proyectos de obra nueva bajan hasta mínimos desconocidos. Los aparejadores sólo visan una media de una docena al mes. En los nueve primeros meses de este año se han visado 614 construcciones. No es ni la décima parte de lo que se hacía en los albores de la crisis económica. En el mismo periodo de 2007 se firmaron 6.661 proyectos plurifamiliares. Al finalizar septiembre de 2015 se contabilizaban 114, con la llamativa particularidad de que lugares tan significativos como Inca y Manacor no registraban ni uno solo.

No ocurre lo mismo sin embargo con los chalés, preferentemente de lujo y las viviendas unifamiliares. También en los nueve primeros meses del año han prosperado 459 proyectos que podrían englobarse en este apartado, pero hay que hacer la importante salvedad de que 169 de ellos son construcciones ya levantadas con anterioridad que se han acogido a los beneficios para su legalización que les otorgaba la llamada ley Company, la ley del Suelo promovida por el anterior conseller de Ordenación del Territorio.

Los motivos que desembocan en la situación actual están descritos. Sólo hace falta reiterarlos o actualizarlos. Aparte de las oscilaciones legales, son la consabida falta de suelo que se da con particular incidencia precisamente donde hay más demanda, Palma y Calvià. El suelo escaso está concentrado también en pocas manos y eso contribuye a su encarecimiento y tienta a la especulación cuando los créditos de la banca todavía no son tan fluídos como aparentan. Es el estado de unas islas que también se confirman como espacio difícil para hacer negocio con la construcción. Lo dice el informe Doing Business. Sitúa a Balears en el puesto 14 de las 17 comunidades españolas.

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