Estos días estamos viviendo el descubrimiento de la gran estafa de la entidad Volskwagen, que trucaba un número de vehículos para pasar la prueba de su validez mientras que fabricaba millones de vehículos que no reunían las condiciones adecuadas en la emisión de gases del motor, ahorrando el importe de los mecanismos pertinentes, es decir, vendiendo automóviles que no tienen las condiciones legales exigidas ni las que anuncian en su venta. La venta se basa en una gran mentira, que fue descubierta por la ICCT, para ganar muchos millones de euros.

En las elecciones catalanas para formar un nuevo gobierno y no plebiscitarias sobre la independencia catalana de España, Artur Mas en comparecencia televisiva ha afirmado que además de que su grupo de partidos había obtenido una mayoría de escaños, también la había obtenido de votos por lo que, dado el numeroso porcentaje de catalanes que habían acudido a la urnas, y la ideología separatista de su grupo, esta mayoría era plebiscitaria en valoración a la separación de Cataluña de España. Ello no es cierto, pues los votos emitidos, computando incluso los de CUP, no llegan 48 % de la totalidad. La afirmación es mentira.

Hace más de un año un político del PP, cuyo nombre no deseo dar, afirmó refiriéndose a la crisis de España, que en nuestro país habían más jueces y magistrados que en Inglaterra. De dicha verdad a medias, parecía deducirse que la Administración de Justicia era correcta. Sin embargo lo que no dijo es que en España había diez veces más litigios que en Inglaterra. La verdad a medias era una gran mentira, pues lo cierto es que se necesitan tres veces más jueces y magistrados que los que están en la plantilla. Ya he dicho, en otras ocasiones, que no se puede exigir a un juez de primera instancia que resuelva mil casos al año, o a uno de instrucción que despache más de 3.000. Mentira pues.

Si los políticos y las grandes empresas se amparan en la mentira, calificada por Aristóteles como de infame y nunca justificada, para obtener fines políticos o económicos, es evidente que a los jóvenes, a los que inician su vida, se les está enseñando algo con lo que no se puede convivir: la mentira. En nuestro código penal existe el delito de estafa que se basa en el engaño, en la mentira, a través de la cual se consigue obtener dinero de un tercero. Es un delito más de entre los innumerables que regula. Son acciones que la sociedad repele, pero que normalmente no afectan a toda la sociedad, como el homicidio que, si bien se tipifica como delito, tampoco afecta a toda la sociedad; no hay sociedad homicida como no hay sociedad estafadora.

Pero cuando a una escala de grandes dimensiones económicas, como el caso de la Volskwagen, o a una escala política, como los casos en que me he referido antes se usa de la mentira entonces nos dirigimos a una sociedad fundada en la mentira, pues así se lo estamos enseñando a los jóvenes que en un futuro inmediato nos sustituirán, siendo imposible convivir solidariamente y, por tanto, sin una permanente desconfianza. ¿Por qué debo creer que una finca está bien construida, o que mi automóvil tiene las cualidades que me han explicado a la hora de comprarlo en una prestigiosa empresa; o que lo afirmado por los políticos es cierto?

El tema es muy grave, si bien lo único positivo es que, una vez descubierto, se ha expuesto a la sociedad, la que espero actuará contundentemente. La mentira es infame y nunca justificada. Debe ser eliminada, sobre todo a los niveles que afectan a toda la sociedad.

* Exdecano del Colegio de Abogados de Balears (ICAIB)