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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

La opción de cerrar el Principal

Mejor no nos preguntemos si esta ciudad puede sobrevivir sin su teatro público, porque a lo mejor la respuesta nos deprime y acabamos echándole la culpa al público soberano. Como bien dijo el presidente de esa gran estafa al contribuyente llamada RTVE, José Antonio Sánchez, "la noche electoral catalana la ganó Gran Hermano". Cuánta burricie. He ahí su argumentación para explicar que La Sexta barriera en audiencia al flojísimo programa preparado en La Primera para analizar con desgana el gran batacazo de los suyos en Cataluña. Los suyos, porque hace unos meses expresó con orgullo en el Congreso: "Yo voto al PP, y seguiré votando al PP". No se puede decir lo mismo de los catalanes, que ni votan al PP ni miran la tele de España, los ingratos no quieren ver a Bertín Osborne entrevistando toreros y folclóricas en horario fetén, por mucho que rompa los audímetros igual que GH y los niños cantores de La Voz en la empresa privada. Por lo que se ve, ciertos asuntos no interesan a la ciudadanía, sea la independencia de Cataluña o la cultura en términos generales. Hay materias muy proclives a los números rojos, en las que la inversión redunda en el bien común de una manera vaga e intangible, y solo da réditos transcurridas unas cuantas generaciones, y por ello han sufrido los recortes de la crisis de manera más brutal. Lo que no quiere decir que quienes se dedican a su gestión actúen con un plus de cuidado. Al contrario.

Los nuevos gobernantes de Mallorca aseguran que han hallado un agujero de 750.000 euros en el Teatro Principal, una parte correspondiente a ingresos previstos que no se han producido y otra por gastos extraordinarios. Teniendo en cuenta que el presupuesto de la entidad es de 4,5 millones, la desviación es de órdago y deberá asumirla el Consell, so pena de "medidas drásticas" como el cierre a la espera de tiempos mejores. Este panorama se suma a otro parecido encontrado en el Institut d'Estudis Balearics (IEB), organismo en asfixia financiera que dejó compromisos pactados con creadores sin partida asignada, y un buen puñado de facturas muy difíciles de justificar. No hemos llegado a saber si se ha devuelto nuestra pasta gastada en botes de colonia para regalar, multas a coches particulares y la famosa escapada de su director, Antoni Vera, de Madrid a Cáceres, con 750 euros en taxis y dos comilonas. Con esa alegría se gestionó la escasez. Y con una buena dosis de desparpajo, el necesario para pasar los tiques de los diarios dominicales a las arcas públicas todos los lunes por la mañana. Sería deseable que esas facturas, aunque mínmas, se recuperaran por prurito.

Si la falta de esmero y de cabeza a la hora de manejar las cuentas del Principal o del IEB se han dado asimismo en todas esas empresas públicas y consorcios de dudosa necesidad que siguen existiendo, y en los que el Pacto continúa recolocando a los suyos, yo no lo sé. De momento, los escándalos que se desvelan afectan al ámbito cultural, lo que fomenta su desprestigio social y la imagen de pozo sin fondo de cualquier actividad civilizadora. Tal vez cerrar el teatro sea una opción mejor que mantenerlo activo con una programación mermada y barata, pero cuidado, que después de los teatros pueden venir los museos, las bibliotecas y las orquestas . Yo apoyaría la clausura mientras el ahorro en agua y luz se invirtiese en perseguir y hacer la vida difícil a quienes se empeñan en dilapidar una inversión social y de futuro tan importante. Cerrado por falta de respeto, podrían poner en el cartel.

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