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Llorenç Riera

Un santo para divulgar y honrar

Juníper Serra es ya desde anoche un santo reconocido por la Iglesia universal, auspiciado por la diócesis californiana de Los Angeles e incorporado al patrimonio sentimental de los católicos norteamericanos. El Papa ha aprovechado su actual viaje a Estados Unidos para presentarlo al mundo como ejemplo de coherencia apostólica y valedor del progreso y el desarrollo humano.

Ante un hecho tan trascendente, incluso para los no creyentes, como una canonización, era inevitable la reaparición de leyendas negras que incorporan a Juníper Serra en el pelotón de los exterminadores de pueblos indígenas durante la conquista española. También ha sido una excelente oportunidad para que historiadores cualificados aportaran testimonios y documentación suficiente para desmentir estas suposiciones y, por contra, resaltar al Juníper protector de nativos y capaz de enfrentarse al poder militar en su defensa. Falta enlazar el eslabón entre la isla mediterránea que vio nacer al Pare Serra y las comunidades que evangelizó. El presidente del Consell, Miquel Ensenyat, ha intentado encontrarlo cuando ha aprovechado su asistencia a la canonización para entrar en contacto con estas comunidades indígenas y ha invitado a sus actuales representantes a conocer Mallorca. Es una de las muchas cosas que quedan por hacer con respecto al legado, la vida, el pensamiento, la fe y la obra de un nuevo santo que, desde hace años, ha padecido el infortunio de ser usado como moneda de cambio para un exceso de actos oficiales y protocolarios, huecos de contenido y justificación, que en nada han beneficiado a su figura.

Cuando el papa Francisco elevó a la santidad ayer al insigne franciscano hijo de humildes payeses de Petra del siglo XVIII, vino a encomendar también una tarea específica a la diócesis de Mallorca, la de profundizar en el estudio, el conocimiento y el culto a Sant Juníper Serra. La Iglesia de Mallorca y los Franciscanos Menores de la nueva provincia de la Inmaculada deben saber reconocerlo como propio, con toda la profundidad y valor cultural necesario, todas las consecuencias y, a partir de ahí, divulgar su conocimiento también en la sociedad plural y descreída. Para hacerlo, no basta el incienso.

América no anda sobrada de santos. Mallorca, salvando las distancias, tampoco. Juníper es el primer hispano y el único varón canonizado en territorio norteamericano. También el primer hombre nacido en Mallorca que alcanza la alta distinción de la iglesia Católica. El tiempo dirá si se ha obrado el milagro y el obispo Salinas, los sacerdotes de Petra que alardean de paisanos de Juníper y los frailes que lo tienen por hermano regresan de Washington con la lección aprendida.

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