Este pasado fin de semana asistimos al debate político de La Sexta donde, una vez más, observamos posiciones irreconciliables, desde el inmovilismo absoluto de los partidos conservadores hasta las soluciones más antisistema de los partidos radicales, unidos todos ellos por el obetivo de la salida de la Unión Europea.

Vamos a analizar qué puede pasar: está claro que de todo se sale en esta vida y, como dice el refrán, no hay mal que cien años dure. Es decir, no me parece correcta la estrategia de incitar al miedo con la salida de la Unión Europea como único camino para evitar que el votante se posicione por el grupo Junts pel sí. Aquí no sólo está en juego la salida de la UE, sino el concepto de España como nación. La Unión Europea no sabemos si existirá dentro de cien años, pero lo que sí podemos afirmar es que España ya existía hace cien, doscientos, trescientos y cuatrocientos años atrás y seguirá existiendo dentro de otros cien años. Esto es lo que hay que proteger. España siempre ha tenido sus particularidades en todas sus regiones y de ahí su grandeza como nación.

Lo que más llama la atención es que todos los partidos constitucionalistas se centran en focalizar su mensaje en una catástrofe económica que supone la salida de la Unión Europea, pero ningún partido se esfuerza en resaltar nuestra historia como nación, en la que juntos, sufriendo en ocasiones es verdad, pero hemos salido adelante y hemos triunfado como hermanos que somos. En ninguna familia no existen peleas, está en nuestro ADN, pero luego nos une un apellido que defendemos con el corazón ante cualquier mal que se presente.

Los votantes catalanistas radicales que optan la independencia no entran a valorar su salida de la Unión Europea sino su existencia como "nación catalana". Han trabajado mucho en forjar un concepto de "nación catalana", bien con la cesión de las competencias de Educación para así dominar los libros de texto, bien reconociendo a la "nación catalana" como tal en un estatut de autonomía y lucharán por la independencia. Es imparable. Por ello, observen ustedes que, mientras unos sólo se centran en hablar de la salida de la Unión Europea como amenaza, otros se esfuerzan en seguir forjando su concepto de nación catalana que, no deja de ser una falacia, pero está calando en los habitantes de Cataluña.

Ahora examinemos a Junts pel sí: esta fuerza la componen desde unos convergentes CDC hasta unos radicales republicanos como ERC. Aquí no hay programa económico alguno que les una, sólo están por y para la independencia. A CDC sí le preocupa la salida de la Unión Europea, por ello Artur Mas se presta a posar en cada discurso televisado con la senyera y la bandera de la Unión Europea al lado. Pero a sus socios de ERC les interesa salir de la UE, es lo que quieren y de ahí que comulguen con CUP y con "Catalunya sí que es pot". El cocktail es de garrafón de la peor destilería, ya veremos la digestión que nos ofrece esta bomba, no sólo a las fuerzas constitucionalistas sino al mismo Junts pel sí que se van a tirar los trastos a la cabeza desde el día siguiente a las elecciones catalanas.

Prepárense porque entramos en barrena, olvidamos a España como nación (ya no interesa hablar del tema, ni siquiera al PP) y sólo se habla de la salida de la Unión Europea. Lo único que juega a favor de los catalanistas independistas es que Cataluña representa un papel fundamental en Europa y ante una secesión catalana unilateral, ya verán ustedes cómo el doble rasero de la Unión Europea puede ser peligroso para España. ¿Por qué? Pues porque a la UE le interesa Cataluña ya sea dentro de España como fuera de ella, pero siempre dentro de la UE. A pesar de entrar en la cola de países candidatos, el tema es que tarde o temprano, podría ser país de pleno derecho. Será un largo camino porque primero deben reconocer los países externos su estatus como nuevo país y ante la ONU y, a partir de ahí, conseguir entrar en la UE. No será fácil, pero los que se manifestaban el 11S no quieren estar dentro de España y lucharán por ese reconocimiento ante la ONU aunque les vaya la vida en ello.

El escenario es muy peligroso. Pero quedan cuatro días para que todos aquellos catalanes indecisos mediten muy bien su voto final. Está en juego la historia de España.

* Economista, auditor y censor jurado de cuentas