Ante los distintos avatares y acontecimientos que nos toca vivir, es inevitable, tratar de observar la realidad. Nos toca vivir un espacio social fragmentado y confuso que no facilita la convivencia pacifica y creativa entre nosotros. Es ineludible pensar. Es gratis, nos humaniza más y genera conciencia crítica para afrontar los cambios. Nunca hay que renunciar a diseñar nuestra neuroplasticidad, que la evolución darwiniana nos ha posibilitado.

Hoy la relectura y las reflexiones de lúcidos pensadores y de grandes terapeutas son muletas muy útiles para observar la realidad. En este artículo transcribo literalmente las excelentes y esclarecedoras reflexiones de un gran grupoanalista, el psiquiatra vasco José María Ayerra, director del provechoso y fértil master de Psicoterapia Analítica Grupal, que se imparte en Barcelona y que yo realicé hace varios años. Partamos de un postulado, como sostiene Ayerra, "hay que admitirlo, culturalmente seguimos adoleciendo de una carencia de evolución, que es necesario tener en cuenta en nuestros análisis".

A pesar de que estamos en el momento más evolucionado socialmente y más hominizado, vivimos tiempos de complejidad, de situaciones desbordantes, de algarabía social, de incontinencia esfinteriana social globalizada (paridas, rajadas, pardaladas, cagadas, despeños diarreicos) que contaminan el espacio social, de contextos narcotizantes poco racionales, donde deseos y realidades se funden y confunden, de pseudoliderazgos sociales en los que con escasa frecuencia, el poder que detentan se asocia a la responsabilidad, referentes políticos acosadores carentes de activadores internos de vergüenza, que intentan deslumbrarnos con sus poderes "abracadabra" (a pesar de que el mito de los Reyes Magos es una infantilización ya superada) y que provocan malentendidos sociales a destajo.

Como dice el prestigioso psiquiatra vasco, "hay una gran prevalencia del principio del placer sobre la realidad, careciéndose de objetividad y no discerniéndose entre las fantasías y la realidad. En la mayoría de los discursos políticos prevalece lo deseable sobre lo posible, la emoción sobre la razón, infantilizando a algunos ciudadanos que les siguen carentes de juicio crítico, que delegan en ellos su capacidad de pensar, siempre costosa, Existen la xenofobia, el miedo a las diferencias, la rígida afirmación de lo propio con una desvalorización de lo ajeno".

Hoy sobran ejemplos dado el déficit esfinteriano global de los pseudolíderes que nos okupan. La clave de lo que está pasando en un momento determinado en cualquier grupo, desde el familiar, al institucional y al social hay que buscarla en los silenciosos. En el momento presente, de tanta hipomanía tuitera y con sobredosis de algarabía social, más que nunca, hay que hacer un alto en el camino y una tanta escucha activa de los silenciosos. Es ahí donde se puede encontrar algunas claves que individualmente y colectivamente necesitamos.

Ante tanto vocerío, ante tanta estupidez, ante tanto desustanciamiento más que nunca es necesario, como dice el lúcido Ayerra, "una adecuación de los liderazgos sociales que permitan, en vez de una revolución, que nos deje en el mismo lugar en el que estamos, o un poco más rezagados si cabe; una evolución en el que respetando lo conseguido, integre, tras el análisis reflexivo y deliberativo, el aprendizaje derivado de nuestros últimos errores colectivos". No es tanto cambio sino más bien recambio lo que necesitamos. Es una falta de autoestima querer cambiar sin tener en cuenta lo bueno que tenemos y que hay que conservar. Es más revelador observar sus silencios, lo que calla o mejor dicho porque permanecen autistas ante la realidad que acontece. No son los contenidos manifiestos los que nos tienen que deslumbrar son los latentes a los que hay que estar atentos.

Hay demasiada semejanza entre los nuevos lideres políticos y los viejos aunque escenifiquen una nueva estética y perviertan sus palabras. Por sus hechos lo conoceréis. Necesitamos silencios que templen. Ante los mantras intoxicadores, la reflexión serena y en silencio. Hoy sobran pseudopalabras que no se sostienen en el necesario silencio. Necesitamos escucha activa de los silenciosos, ante una sociedad y sobre todo ante unos políticos instaurados en la ficción. Hoy en estas encrucijadas, más que nunca, necesitamos la adecuación pertinente de los líderes sociales. Como dice el doctor Ayerra "algunos políticos en el ejercicio del poder, acaban frecuentemente fundidos y confundidos con el mismo, percibiendo y pensando el mundo de la realidad de manera distorsionada, y atribuyéndose a si mismos una capacidad abrumadoramente ilimitada. Se atribuyen la capacidad de todos, que lamentablemente minusvaloran la importancia de sus aportaciones.

No consientan ser acosados por lo que okupan transitoriamente el poder ya que podemos sumirlos en la invisibilidad y en el anonimato. Ah, y recuerden aun, aquí y ahora que estamos en derrota pero nunca en doma.

* Psiquiatra en Son Espases y coordinador del Centro de atención integral de la depresión