"El marketing ganó a la ciencia actual" declaró la Dra. Adriane J. Fugh-Berman.

Tras una dura batalla de 10 años, y superando importantes cuestionamientos de especialistas de diversas áreas de la salud, el laboratorio Sprout consiguió que la Administración de Fármacos y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos apruebe la comercialización del fármaco Addyi. Es el primero dirigido a incrementar el deseo sexual femenino y conocido como el Viagra femenino. La droga se llama flibanserina y es probable que obtenga su aprobación en España próximamente.

Pese a que el lanzamiento de este fármaco se presenta como el equivalente a los tratamientos de la sexualidad masculina, su acción es totalmente distinta.

Mientras que el Viagra actúa a nivel vascular para tratar la disfunción eréctil, resultando eficaz cuando habiendo deseo existe una incapacidad mecánica, la acción de la flibanserina actúa sobre el cerebro modificando los procesos químicos del sistema nervioso entre los que supuestamente se encuentran los que participan en el deseo sexual.

En el campo de la ciencia ligada a la salud existe una fuerte polémica entre entusiastas y detractores.

Los primeros, los entusiastas, argumentan que se trata de un avance hacia la igualdad de género y un maravilloso acontecimiento para las mujeres con dificultades sexuales caratuladas con el término diagnóstico "Trastorno de Deseo Sexual Hipoactivo" (TDSH) para el que esta droga será la cura tal como un antibiótico para una infección.

Por el contrario los detractores critican fundamentalmente dos aspectos. El que el lanzamiento del fármaco se base en el sobrediagnóstico y en que la eficacia del fármaco sea dudosa, pobre y su toxicidad muy elevada.

Hay 2 elementos que permiten suponer que este medicamento, pese a todo, se terminará haciendo un lugar en el mercado. De una parte la impaciencia de muchas mujeres por resolver una dificultad que las afecta doblemente, internamente por la frustración de no disfrutar y externamente a causa de la presión de sus parejas. Por otra parte las empresas farmacéuticas tienen un objetivo mercantil y si existe un nicho en el mercado es seguro que lo aprovecharán e incluso, le darán entidad y magnitud.

Adriane Fugh-Berman la autora de la frase del principio, "El marketing ganó a la ciencia actual", es una reconocida autoridad de la Universidad de Georgetown que estuvo involucrada en el tribunal de la FDA que terminó aprobando el fármaco. Más aún, afirmó que es un afrodisíaco mediocre con temibles efectos secundarios, en realidad si el marketing no ganase a la ciencia, como ella dice, no se venderían alimentos con grasas trans, azúcar oculta, tabaco ni bebidas alcohólicas.

Seguramente la polémica en el campo de la medicina seguirá ocupando sitio y más aún cuando, más pronto que tarde, se apruebe su venta en España.

Pero aquí me interesa analizar dos cuestiones psicológicas implicadas en este fenómeno, la reificación y la enajenación del registro de las propias emociones.

La acción de reificar proviene del latín res cosa y facere hacer o sea literalmente "hacer-cosa".

Reificar o cosificar es un recurso estético y literario que permite degradar a seres humanos transformándolos en cosas. Es condición para la esclavitud o el insulto. Decir que alguien es un trasto, una lapa o un muermo lo reduce en su complejidad subjetiva y lo simplifica.

También fue utilizado por filósofos críticos con la explotación de la sociedad industrial por tratar a los trabajadores como mera fuerza productiva. Se trata de aplanar la complejidad del universo subjetivo de una persona en el que detrás de cada reacción hay una rica cadena de causas y significados reduciéndola en un objeto simple, opaco e inerte.

Para los críticos del fármaco y de la campaña que rodea su lanzamiento hay un proceso de reificación o cosificación en la etiqueta diagnóstica del llamado síndrome de deseo sexual hipoactivo. Concretamente lo califican de sobrediagnóstico. En otros términos, invento de una enfermedad.

Una de las voces más contundentes de esta crítica es el prestigioso investigador y periodista australiano Ray Moynhihan especializado en temas de medicina y salud que publicó recientemente el libro "Sex, Lies and Pharmaceuticals" (Sexo, mentiras y farmacéuticas) en él afirma que se está diagnosticando a las mujeres con un diagnóstico que no es verdadero.

El segundo aspecto cuestionado es la alienación que se refiere a una ruptura de la comunicación interna. En otros términos la dificultad para registrar las propias emociones. La inapetencia sexual de una mujer físicamente sana y sin alteraciones neuro-hormonales se produce porque hay ocasiones en que el cuerpo expresa un rechazo del que la propia mujer no es consciente. El análisis psicológico suele descubrir una lucha entre la voluntad de obligarse a amar, de querer querer y no poder querer. Desde esta perspectiva la causa de la falta de deseo es psicológica y no química, como lo demuestra el hecho de que mujeres posmenopáusicas con disminución de sus niveles de estrógenos mantengan una sexualidad plena.

Para los psicólogos clínicos es frecuente en el diagnóstico de la falta de deseo femenino encontrar que la relación de pareja está sostenida más por lo mucho que habría que perder, estabilidad, hijos, imagen social, patrimonio, que por el amor. De hecho y sin la mediación de droga alguna el problema suele desaparecer cuando cambian las condiciones que lo provocaron, que es el objetivo de una psicoterapia.

Otra causa frecuente diagnosticada de la pérdida de deseo se origina en un fenómeno descubierto por el antropólogo y semiólogo inglés Gregory Bateson en el año 1950 al que llamó double bind, algo así como doble mensaje que genera confusión. Son casos en que la expresión manifiesta y explicita es de afecto e incluso con atenciones y regalos, pero coexiste con una agresividad larvada o de sojuzgamiento y descalificación. Lo que popularmente se llama "jaula de oro".

El dilema para estas mujeres es tomar una pastilla y barrer bajo la alfombra o entender las razones de su inapetencia.

Es evidente que la polémica sobre este medicamento esconde una cuestión mucho más amplia sobre la filosofía clínica y el valor de la subjetividad de cada individuo.

En una entrevista a Jorge Luis Borges en sus últimos años le preguntaron por su idea sobre la eternidad. "Si mi vida siguiera sin recordar que he sido Borges no me interesaría. La historia es la identidad".

Por eso este medicamento diseñado para actuar sobre el cerebro femenino para crear excitación prescindiendo de la historia íntima de una mujer, según unos u otros es una liberación o un regalo envenenado.

* Psicólogo clínico