Diario de Mallorca

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Llorenç Riera

El tapón de la falta de mantenimiento

Cada vez resulta más frecuente que, a la menor tormenta, Palma quede colapsada: calles inundadas, embotellamientos de tráfico, dificultades de movilidad, malestar del viandante y peligro creciente. Palma es una ciudad hecha para la rutina y la normalidad, poco entrenada para el sobresalto y enemiga de las dificultades que comporta la vida. También del clima mediterráneo de cuyas bondades mayoritarias se beneficia y vive a pleno sol. Así de desagradecida es la urbe aletargada que no atiende su pálpito vital mientras sus gobernantes, sin discriminación de siglas políticas, bostezan por igual ante la realidad que deberían administrar.

Mucha declaración y poca gestión. Tenemos ya una ciudad con denominación institucional variada. "Pro" algunos conceptos, principios y valores y "anti" otros. En tal trance, se ha perdido la Palma pro Palma y a favor del mantenimiento cotidiano. Por eso también las inundaciones del viernes y los peligros creados con ellas han limpiado el invento de la batalla mojada de Canamunt y Canavall. Ha ocurrido porque el Ayuntamiento del cargo repartido, al igual que sus precursores, se ha olvidado de barrer la calle y desatascar sumideros. No sabía que en septiembre llueve de forma anárquica en Mallorca. Ahora, cuando la tormenta ya ha roto cristales en Cort es posible que se percate de ello. Eso, siempre que los aguaceros internos permitan alzar la vista a la altura de la ventana.

Las lluvias del viernes fueron considerables, con unos registros de precipitación, concentrados en muy poco tiempo, que no se recordaban desde la década de los años 60. Pero esto no justifica todo el caos y preocupación vivida. Cinco días después de la gran tormenta se confirma que los imbornales del Nou Llevant y el Paseo Marítimo estaban taponados por la acumulación de hojarascas y desperdicios varios. Son la gran cortina que esconde lo que la ciudad -"la mejor para vivir"- abandona, el vecino no deposita en el contenedor y Emaya no recoge. Estos días se observan barridos superficiales que invitan a suponer que no se ha tomado verdadera dimensión del problema. Volverá a llover, quizás a lo loco, el día menos pensado. Que lo sepa Cort.

Nos hemos situado en la paradoja de disponer de unos servicios meteorológicos que casi predicen al instante cuándo y cómo va a caer la lluvia, pero en cambio no se dispone de un servicio de mantenimiento y evacuación de aguas pluviales que cumpla sus funciones ordinarias y evite dificultades mayores. El problema de la falta de limpieza y mantenimiento de los torrentes de Mallorca se reproduce de forma proporcional en las calles de Palma. Por eso las inundaciones son cada día más frecuentes y graves.

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