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Luis Sánchez Merlo

El alegato de Can Prohens

Miquel Barceló 'en Cordella', el artista español vivo más cotizado en el mundo, volvió este verano a Felanitx como pregonero de las fiestas de su pueblo y evocó los tiempos en que su padre que trabajó en la Banca March jugaba al fútbol en el equipo local: "Jugaban vestidos de blanco, porque las camisetas blancas eran más baratas ya que las azules o verdes eran más caras. Y yo un día le pregunté a mi amigo (Andreu): ¿Por qué putas eres del Madrid? Y me respondió: Porque van del mismo color que el Felanitx".

También el pintor felanitxer jugó en el equipo de su pueblo, pero no recuerda que fuera de blanco: "Íbamos tan sucios que jugábamos de marrón, jugábamos sobre fango y piedras?".

'No acepto ningún encargo'

Estos desvelamientos los hizo el pintor felanitxer desde el balcón de Can Prohens, un vestigio del XVIII ahora Casa de Cultura, en una inesperada aparición pública que desmentía su renuencia a este tipo de presencias. Cuando hace tiempo le preguntaron "¿qué encargo no aceptaría jamás?", él respondió: "Casi todos, no acepto prácticamente ninguno". Pero estando en Birmania, su hermano lo pilló por sorpresa y aceptó dar el pregón. Luego, claro, se arrepintió.

Mientras hilvanaba los recuerdos de los años mozos, reivindicaba con una mezcla de disgusto y pasión el territorio: "Desde siempre tuve muy buena puntería tirando piedras rojas e higos chumbos por el Calvario (un monte casi urbano en Felanitx). Eso de tirar piedras viene de cuando las calles del pueblo estaban sin asfaltar y si uno quería lanzar una piedra bastaba con agacharse. Cuando ya asfaltaron las calles, estas se convirtieron en territorio de los coches y de la gente que venía de lejos. Entonces tuvimos la primera sensación de estar perdiendo algo que era nuestro, al no poder jugar en la calle al fútbol, a las canicas, a tirar piedras?".

"Después con los hoteles, volvimos a comprobar que estábamos cediendo algo propio. Primero pensábamos que era Franco quien nos jodía pero pronto nos percatamos de que no era Franco, sino vecinos más ricos que iban haciendo urbanizaciones y nos quitaban el territorio. Ahora la cosa va más lejos, perdemos los almendros, los olivos y se mueren hasta las palmeras. Y no tenemos cojones de cobrar la ecotasa para poder curarlos...".

Testigos mudos de la agonía del territorio

Y como queriendo justificar su rabia, corona su lamento: "No vine aquí para decir eso pero me parece evidente que no podemos ser testigos de la agonía de nuestro territorio sin reaccionar de alguna forma".

Este alegato no es el discurso de un político esclarecido, es el pregón de un artista universal que rememora algo que los críticos de arte dicen de su obra: "Refleja siempre una gran preocupación por el paso del tiempo". Y es que aunque él mismo dice que aspira "a tener relaciones menos tensas con el mundo, a olisquear las cosas, en lugar de devorarlas", en cada vuelta a casa comprueba la destrucción paulatina del paraíso.

La violencia lo alejó de su añorado Mali, donde "todo es extremo, la felicidad, el dolor y el aburrimiento. Todo se vive intensamente, estás enfermo y casi te mueres".

Retales de un turismo devastador

Uno se pregunta qué habrá pensado Barceló al saber que, este verano, dos bobbies (policías ingleses) ayudan a la policía local a poner orden en el desatino en que se ha convertido Magaluf, después de que las hordas indoctas hayan convertido la antigua playa de la burguesía palmesana en campo de batalla. Retales de un turismo devastador, con escaso rendimiento.

Pero Barceló, está pendiente de realidades más cercanas, como Felanitx, donde las deficientes infraestructuras hacen que cueste hablar por teléfono y enviar un correo electrónico se convierte en una aventura.

Es Sindicat, una herramienta para

'embriagar'

Envida porque se haga algo con Es Sindicat, que fue la más grande de las bodegas de vinos mallorquines, modelo de modernidad antes de la guerra y, aún hoy aunque vandalizada paradigma de arquitectura y de asociación. Según el genio de sa Devesa de Ferrutx, "podría ser una herramienta fantástica no solo hacer vino sino todo tipo de cosas que puedan embriagar pues podría revitalizar este pueblo". Pero a renglón seguido, le sale la vena del artista y añade: "Otra opción es no hacer nada, que es una actitud muy buena? A mí siempre me ha gustado mucho esta actitud. Muchos de mis mejores amigos hacen eso... Yo no puedo porque soy muy nervioso por naturaleza".

Y despide la proclama de Can Prohens con una confesión muy personal dirigida a sus críticos, esos que dicen en voz baja que Barceló no está en los mejores museos del mundo: "No creo demasiado en los museos y las fundaciones me parecen máquinas de especulación. Creo más en la enseñanza, en la escuela, en algo que genere cosas... pensar más en generaciones futuras? Tenemos un espacio tan breve de vida que está bien pensar en la gente de más adelante".

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