Ya no quedan excusas ni pretextos para dejar de tomarse en serio el alojamiento turístico, valorar en la justa medida su peso económico y social y, sobre todo, regularlo en todos sus formatos. Basta fijarse en la mutación de hábitos de comportamiento que se observa entre propietarios y residentes para corroborarlo. O los movimientos que este verano se han incrementado en cualquier lugar de la geografía isleña, sean las calles e Palma, las plazas de los pueblos o los senderos de fora vila. Dar la espalda al innegable arrendamiento turístico, sea desde el entramado hotelero o desde la Administración, se ha vuelto ya un comportamiento ligado a la irresponsabilidad. También una forma de trabajar para el adversario facilitando las cosas a la competencia exterior.
Cada día fluyen datos más contundentes para confirmar y explicar el creciente peso específico de los alojamientos turísticos. Empezó a adquirir importancia en 2013 y desde entonces no ha parado de crecer. Hoy el turismo con destino a Mallorca que se decanta por este tipo de estancia ya está sobrepasando la cuarta parte del total. La Federación Hotelera sigue manteniendo que no aporta trabajo y que las plazas reguladas en sus establecimientos generan mucha más ocupación. Sin duda es así en cuanto a empleos directos, pero no por lo que respecta a los indirectos. Que se lo pregunten a las empresas de alquiler de coches o a los bares, restaurantes y comercios de los pueblos.
El turismo de alquiler y el hotelero están destinados, irremediablemente, a convivir y a entenderse. Decantarse por lo contrario, en Mallorca, equivale a echar piedras sobre el propio tejado. No se puede despreciar o ignorar -la Agencia Tributaria lo hace menos cada día- a un movimiento económico cifrado en 2.500 millones al año y una capacidad de gasto medio de 250 euros por persona.
Son datos del último estudio de ESADE sobre vivienda vacacional elaborado en colaboración con Salvetti&Llompart y la federación del sector. Es el mismo que indica que en 2014 Mallorca copó el 42% del alquiler turístico español. Otro estudio del portal HomeAway avanza en agosto que en este verano de 2015 se ha vuelto a crecer en un 15%. A Balears se le atribuye ya una capacidad de 29.628 viviendas de arrendamiento vacacional con 84.433 plazas disponibles. Es, oficialmente, el 20% de la oferta turística de estas islas que a la hora de la verdad puede significar mucho más. Sabido es que los alojamientos plurifamiliares no están regulados como turísticos. O que crece la tendencia de alquilar la casa propia como vacacional y arrendar otra para vivienda habitual.
Se mire por donde se mire, no resta margen para mantener en la ilegalidad algunos aspectos del turismo extrahotelero y con mayor tiempo de estancia media. Tampoco se puede olvidar a la páginas webs que lo canalizan y que en otros países más prácticos y realistas se saben utilizar incluso para cobrar el equivalente a la ecotasa balear en fase de regeneración.