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Joaquín Rábago

Terrorismo de Estado

Es interesante la tesis que defiende Omri Boehm, profesor de Filosofía en la New School of Social Research neoyorquina, sobre cómo el terrorismo practicado por los más extremistas entre los colonos israelíes se fundamenta en el que lleva a cabo, en violación de todas las leyes internacionales, el propio Estado judío. En un artículo publicado en el semanario alemán Die Zeit, Boehm se refiere al último cambio legislativo por el cual el responsable militar de Cisjordania, Nitzan Alon, decidió que todas las leyes aprobadas en el Parlamento israelí tuvieran aplicación también en los territorios ocupados.

Antes existían dos ordenamientos jurídicos: el israelí sólo valía para los judíos en Cisjordania y el militar, al que estaban sometidos los palestinos, pero desde el pasado mes de junio, es el mismo para unos y otros. Claro que los palestinos de Cisjordania no pueden emitir su voto para el Parlamento israelí ni ser elegidos, y a diferencia de los colonos israelíes, que responden ante tribunales civiles, aquéllos siguen sometidos a la legislación militar.

Mientras que para algunos observadores la extensión de la legislación del Estado de Israel también a los territorios ocupados puede mejorar la calidad de vida de los palestinos de Cisjordania, para otros se trata de un paso más hacia la "anexión" de los territorios ocupados, hacia un régimen oficial de apartheid. En tanto que existían dos ordenamientos jurídicos, uno para Israel y otro para Cisjordania, podía mantenerse, al menos en teoría, el carácter provisional de la ocupación de los territorios árabes, pero ahora ya nadie puede llamarse a engaño al respecto.

Además, como explica Boehm, la aplicación de la legislación israelí a los territorios ocupados incluye una significativa excepción: la llamada ley Schai-Dromi, de 2008, según la cual no se puede castigar a nadie por defender su propia vivienda con "los medios necesarios" frente a quien pretenda violar el domicilio. Una cláusula adicional de esa ley ampliaba su radio de acción a los terrenos y recursos agrícolas del propietario de la vivienda.

Desde hace años, los colonos israelíes se han dedicado sistemáticamente a atacar propiedades de palestinos y hacerles a éstos la vida imposible para "convencerlos" de que dejen sus tierras. Han incendiado o arrancado olivares, envenenado campos de cultivo, secado pozos o dañado sus casas. Y en la mayor parte de los casos, impunemente. De las 1.067 denuncias presentadas por palestinos por ese tipo de violaciones de sus propiedades entre 2005 y 2004, sólo se admitieron a trámite un 7,4% del total y cerca de una cuarta parte de estos últimos fueron desestimados o no tuvieron consecuencia jurídica alguna, según la organización israelí de derechos humanos Jesch Din.

De haberse aplicado la ley Schai-Dromi también en los territorios ocupados, se habría permitido al menos a los palestinos defender con uñas y dientes sus propiedades, pero ésa no es la intención de las autoridades israelíes, critica el profesor de filosofía. Todo esto tiene especial relevancia en vista de los últimos sucesos, cuando unos colonos israelíes entraron en dos casas de palestinos, les prendieron fuego y quemaron vivo a un niño de año y medio.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, calificó es cierto de "terrorismo criminal" lo ocurrido, pero la no aplicación en los territorios de la ley Shai-Dromi pone de manifiesto, según el autor del artículo, que es un tipo de terrorismo frente al cual el Estado judío hace demasiadas veces la vista gorda. Boehm se refiere en su artículo a un lapsus cometido por Netanyahu el año pasado durante la guerra de Gaza cuando, como reacción al secuestro y asesinato de un joven palestino en Jerusalén en represalia por el secuestro y el asesinato de tres jóvenes palestinos en Cisjordania, el primer ministro instó a sus compatriotas a "no tomarse la justicia por su mano".

A primera vista, escribe Boehm, aquella declaración de Netanyahu podría parecer un llamamiento a la nación en un momento de escalada de la violencia, pero si bien se examina, el secuestro de un palestino para quemarlo luego vivo "no tiene nada que ver con tomarse la justicia por su mano, sino que es sencillamente un acto terrorista". Y, rizando el rizo, agrega el filósofo, se trata de un lapsus freudiano del político israelí que "esconde una verdad vergonzosa, pues oficialmente el Gobierno israelí practica un terrorismo de Estado como forma de venganza, como intimidación o en represalia contra la población civil israelí" y es un tipo de terrorismo que "los ciudadanos israelíes admiten como algo egal".

Hay múltiples ejemplos, explica Boehm, de ese terrorismo aprobado por el Tribunal Supremo israelí, aunque el más extendido son las destrucciones de propiedades palestinas por el ejército de ese país: durante los últimos veinte años se han derribado centenares de casas para castigar o intimidar a familiares de supuestos terroristas. Pero esas prácticas que tienen como víctimas a civiles a quienes no se ha acusado de ningún crimen y son por tanto inocentes constituyen una clara violación del derecho internacional y de la cuarto convenio de Ginebra y constituyen por definición "terrorismo de Estado", afirma el articulista.

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