El método utilizado por el PSOE y Més para nombrar a los asesores y cargos de confianza y libre designación de los distintos departamentos del Govern, el Consell y hasta el ayuntamiento de Palma, ha protagonizado un verdadero revuelo. El caso más llamativo, denunciado en exclusiva por Diario de Mallorca, es el de Jordan Thomas, un joven de 20 años que figuraba en el tercer puesto de la candidatura del PSOE en Santanyí y que fue designado asesor de la conselleria de Salud sin contar con preparación técnica o específica para ello. Ha permanecido 15 días en el cargo con alta remuneración, hasta que el "revuelo" le ha obligado a dimitir. También han aflorado otros casos de familiares o allegados de cargos electos o consellers que han hallado acomodo directo en la nueva administración autonómica.

Los cambios de modos políticos y de inclinación al aprovechamiento personal, en contra de lo anunciado por el PSOE, Més y Podemos, no se han notado en este sentido. En buena lógica debe entenderse que un asesor es la persona de confianza que dispone de conocimientos, experiencia y prestigio sobrados para proporcionar consejo y aval profesional al cargo institucional que lo ha elegido. Por otro lado, el nombramiento del asesor solo debería darse cuando sus cualidades y especialidad profesional son imposibles de hallar entre la nómina de los funcionarios de la Administración. Todos sabemos que no ocurre así.

Los asesores y demás cargos de libre designación se entienden y gestionan a modo de cuotas de poder, cotos cerrados y libre albedrío del partido que está en disposición de beneficiarse de ello. El nombramiento siempre se realiza, la justificación de su necesidad queda en un segundo término o se evapora sobre el paso del tiempo. Uno de los nuevos cargos de Més se lamentaba el otro día de las críticas recibidas bajo esta exclamación: "¡ Cómo si nosotros no tuviéramos derecho a nombrarlo!". No es eso, pero está claro que el mero amparo legal hecho a medida de los partidos resulta insuficiente para la justificación.

Este periódico también publicaba el viernes que sólo el Consell se gastará 745.000 euros al año en 26 asesores y que ha eludido divulgar los méritos que puedan avalar estos nombramientos ¿Qué esconde? La decisión no se corresponde con la transparencia anunciada ni es ésta la regeneración que necesitan las instituciones de Balears.

Comportamientos como los descritos acentúan la distancia entre instituciones y ciudadanía. Mantienen o incrementan la desconfianza en los políticos. Resulta imprescindible que los "nuevos modos de hacer política" empiecen a plasmarse de forma contundente. Se ha desaprovechado la oportunidad de hacerlo con el nombramiento de asesores y similares. En los nuevos usos, en el destierro del enchufismo y el aprovechamiento sin escrúpulos, deben implicarse por igual gobierno y oposición. Hasta ahora prácticamente nadie ha evitado la tentación de colocar a quien ha querido y cómo le ha parecido. Es un método que debe perder la vigencia de la que ha gozado.