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Llorenç Riera

El premio del juego regularizado

Podemos discutir si un Govern debe estimular con sus acciones y decisiones el juego, como si el bienestar y la necesidad de todos dependiera del azar. La verdad es que, a fuerza de despropósitos de unos y otros, nos hemos ido acostumbrando a la ruleta de una Administración Autonómica manejada, demasiadas veces, por crupieres desaprensivos de distinto calado. Esta es la causa por la cual esta Comunidad tienen mucho de bancarrota. No sólo en términos económicos.

En principio entendemos que los dioses de la fortuna nos habrían agraciado con el gordo colectivo si el Govern de turno adquiriera con convicción boletos de cultura, educación, ordenación urbanística, desestacionalización turística y no tanta pedrea mísera de recortes, rencilla política estéril, improvisación y oportunismo. No nos ha tocado el gordo, lo sabemos, ni nos tocará. Ni siquiera el reintegro porque en Madrid se juega y aquí se tolera la injusta financiación autonómica.

O sea, que todo depende del azar, de la capacidad de apuesta y de quién y cómo se maneja el bombo de la suerte. El juego existe y se estimula en épocas de crisis como la actual. Lo sensato pues es legalizarlo porque hacerlo tiene premios de consolación y reintegros de resignación para las arcas públicas y la contención social. También series especiales para los negocios del sector que tienen derecho a la legalidad. Si existen, que dispongan de luz y normalidad y no actúen a modo de meros apartamentos turísticos fuera de ordenación.

El Govern Bauzá ha dejado lista la ley del Juego en cuanto a sus contenidos y planteamientos generales. Al Ejecutivo Armengol le corresponde ahora desarrollar sus reglamentos. La fortuna de tal tarea ha recaído en la dirección general de comercio y empresa del PSOE. En este departamento tienen preferencia por la emoción y la rentabilidad del deporte, motivo por el cual prefieren empezar por la regularización de las casas de apuestas deportivas, esas que otorgan premio con el acierto de los resultados del fútbol, el baloncesto o las carreras de motos. Después, en una segunda tanda, puede llegar la nueva normalización legal de los casinos con sucursales, los bingos y las máquinas con premio, esas mismas de musiquita llamativa que acostumbran a estrujar el bolsillo.

Si se cumplen las previsiones, dentro de un año habrá un centenar de casas de apuestas deportivas abiertas en Balears. Se situarán de forma preferente en las zonas turísticas con la esperanza de que sean un polo de atracción para visitantes procedentes del Reino Unido y Alemania acostumbrados a fiar parte de su cartera al resultado del partido de turno. Se habla de 5 millones de inversión empresarial para adecuar las instalaciones y de un potencial de recaudación anual de un millón para el Govern. No deja de ser un premio de consolación.

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