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Análisis

Nueva lección del 'capitán América'

Lo dijo nada más bajarse del podio de Indianápolis, uno de sus favoritos. "No tengo la moto del año pasado. No piloto lo suelto del año pasado. No tengo la confianza del año pasado. No me veo manejando las carreras con la soltura del año pasado. No intimido como el año pasado. Sí, he ganado las dos últimas carreras y, sí, puedo ganar las ocho que faltan, pero no me siento con la confianza del año pasado. Va a costar, pero se va a intentar ¡vaya que sí!" Es el capitán América, es Marc Márquez Alentá, es el rookie más impresionante de la historia de MotoGP, es el bicampeón más joven de la categoría reina, es el muchacho al que todos, todos, desde Valentino Rossi hasta Jorge Lorenzo, dominadores con su Yamaha del Mundial, ven capaz de semejante proeza. Otra cosa es que esa proeza, como comentó ayer uno de sus más grandes admiradores, el mítico y popular Wayne Rainey, "le dé para alcanzar a Vale o superar al final a Jorge, que está fuertísimo".

Volvían de vacaciones y regresaban a Estados Unidos. Territorio Márquez. No importa que se corra en Austin (Texas), donde ha ganado siempre; en Laguna Seca (California), donde se dejó de correr por su peligrosidad, pero también arrasó o en la popular Indianápolis, donde el nen de Cervera no para de ganar, de arrasar, de dominar. El Mundial regresaba y Márquez, que volvía de pasárselo bomba en Ibiza, quería demostrar que en Sachsenring (Alemania) había renacido, vuelto, el Marc que, en su segundo año en MotoGP (2014) enlazó 10 victorias seguidas, las mismas que necesita ahora para meter el miedo en el cuerpo de los campeones del equipo de los diapasones. Ya lo ha logrado. Incluso antes de arrollar ayer en Indy, Vale y Jorge dijeron el jueves que ven a Márquez capaz de todo.

La demostración de Márquez de ayer volvía a demostrar que el bicampeón catalán está hecho del material con el que se hacen los sueños. Posiblemente este que persigue no conseguirá culminarlo, pues se lo está peleando a dos de los mejores pilotos de todos los tiempos, "pero vamos a pelearlo hasta la última carrera. Bueno, es más, ¡ojalá lo peleemos hasta Valencia!" De momento, Márquez ya es tercero del Mundial. "Ya llueve menos", dijo al bajar del podio, donde duchó con cava a su jefe Shuhei Nakamoto, que subió al cajón para celebrar la victoria nº 700 de Honda en el Mundial, triunfo, cómo no, que le otorgó Márquez.

La demostración de poder de Márquez en Indy, un recinto mítico, un teatro de los sueños a lo yankee, estuvo acompañada, por supuesto, de otra gran actuación de Lorenzo, que empieza a tener pinta de tricampeón. Si algo aprendió en Indianápolis Rossi es que si los tres españoles, que no será, que no será, se unen, se juntan, se confabulan en la pista, va a tener imposible ganar su décima corona. El 'Doctor' volvió a comprobar ayer, en Estados Unidos, que subiéndose al podio (lleva diez de diez desde que empezó el Mundial) no tendrá suficiente para ser campeón de nuevo.

La capacidad de seducción de Márquez vuelve a ser portentosa y su atrevimiento, ahora sin nada que perder, puede alcanzar, de nuevo, cotas impensables. La fuerza de Pedrosa, cierto, siempre perdedor en los 'mano a mano', sea cual sea su rival, puede acabar siendo decisiva en las últimas carreras del Mundial. Y, por supuesto, Lorenzo, con la misma moto que el 'Doctor', ha recuperado la fe en sí mismo y ese cruce de sonrisas, saludos y felicitaciones con el bicampeón de Cervera (Lleida) empieza a ser sospechoso. O no, o no.

Quedan ocho grandes premios y, sí, quedan muchas carreras y circuitos en los que Rossi ha sido, durante años, el 'rey'. Pero ayer reconoció que "o mejoro en los entrenamientos de viernes y, sobre todo, en el decisivo del sábado o no podré ganarles". Rossi volvió a descubrir en Indianápolis (una carrera, ya ven, que les proporcionó muchas enseñanzas) que, saliendo desde la tercera fila, no le llega para alcanzar a Márquez y Lorenzo. O si le llega, cuando los roza, ya ha terminado con sus fuerzas, más cercano a los 40 que a los 30.

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