En la osada y visionaria película de Kevin Costner The Postman (¿traducida? aquí por "El mensajero del futuro"), tras una guerra que devastó la civilización el orden empieza a resurgir en EE UU por medio de un falso cartero, que recompone el sistema postal. En el fondo la película, aunque fallida, era una canción de gesta sobre el poder del ser humano. Con la llegada de los drones de reparto, que ya se dibuja en el horizonte, se irá diluyendo poco a poco una presencia mítica, la de los carteros, cuya ocupación del territorio ha venido manteniéndolo de algún modo bajo el control, proporcionando la tranquilidad generada por la idea de que alguien sabe dónde estamos y mantiene los hilos que nos unen, pues aunque a veces aparezca en el buzón una mala noticia la gente lo abre cada día con esperanza, y el sentimiento de ser alguien. La llegada del dron de reparto nunca será lo mismo.
