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Jose Jaume

"Que se jodan"

"Que se jodan". La diputada Andrea Fabra, hija del ex presidente de la Diputación y del PP de Castellón Carlos Fabra, un delincuente encarcelado, esposa del exconsejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Güemes, procaz privatizador de hospitales públicos, hoy alto directivo de empresas que gestionan hospitales, afirmó el "que se jodan" en el Congreso de los Diputados, en el transcurso de un debate, bronco, duro, relacionado con el paro. La crisis estaba en su punto álgido y la belicosa diputada del Grupo Popular no pudo contenerse: desde su escaño espetó la contundente sentencia, la que no necesita de mayores precisiones y no admite benévolas interpretaciones. Entonces, su padre reinaba en Castellón, todavía era el incontestado cacique provincial, al estilo de Baltar en Lugo. Estaba metido en diversas faenas, entre otras la de construir su particular aeropuerto sin aviones y disfrutaba de la descomunal suerte de haber sido agraciado varias veces con el gordo de la Lotería. Así que el "que se jodan" de su hija resonó claro y fuerte.

No se trató del calentón de una diputada levantisca, incapaz de aguantar callada la dureza de un debate parlamentario. No, no lo fue, porque el "que se jodan" ha vuelto a restallar, al decidir Mariano Rajoy que José Ignacio Wert sea el embajador de España ante la OCDE. Lo menos importante son los diez mil euros más complementos de sueldo, el piso de lujo en el centro de París, puesto a su disposición a cuenta del Estado y otras ventajas, como la del automóvil y el chófer, más el servicio doméstico. Todo para poder estar junto a su mujer, con la que acaba de contraer matrimonio. Su esposa es, para quien todavía no se haya percatado, Monserrat Gomendio, quien ocupó la secretaría de Estado del ministerio de Educación cuando Wert era el titular de la cartera. Se puede aducir que Rajoy le ha hecho al matrimonio, en especial a su ministro, un espléndido regalo de bodas. Ha atendido a su petición de ser relevado y obtener un cargo digno de su trayectoria como ministro del Gobierno de España. El peor valorado de todos los tiempos. Aunque eso no sea más que una simple e intrascendente anotación al margen.

No nos confundamos: el presidente del Gobierno no ha nombrado embajador a José Ignacio Wert para hacerle un favor. Lo ha hecho por razones que entroncan directamente con el "que se jodan" de Andrea Fabra. Rajoy designa embajador a Wert, en contra de la opinión del cuerpo diplomático español, de no pocos dirigentes del PP, por el infinito desprecio que siente hacia la opinión pública, por la displicencia con la que contempla lo que sucede en España y porque él, presidente del Gobierno, registrador de la propiedad en excedencia, con décadas a sus espaldas ocupando importantes cargos públicos: ministro de varias carteras y vicepresidente, no puede aceptar, cuando se ha encaramado a la jefatura del Gobierno, que no se le reconozca el descomunal esfuerzo que ha llevado a cabo para sacar a España de la peor crisis de su historia. Rajoy no entiende, es incapaz de comprender, que su valoración sea la más baja de todos los presidentes de gobierno habidos en España desde la Transición. Al no existir en su carácter el menor rastro de empatía hacia los demás reacciona reafirmando que solo él decide, por lo que si tiene que nombrar a Wert, un ministro que obtiene notas tan bajas como las suyas o peores, embajador de España, lo nombra. "Que se jodan" quienes no estén de acuerdo, incluso si son ministros de su Gobierno o dirigentes de su partido. Al apiolado Carlos Floriano, se le hacía decir en un vídeo promocional que al PP le había faltado "piel" para explicar a los españoles los esfuerzos hechos por el Gobierno para rescatarnos de la crisis. El vídeo duró poco. Es fácil entender las razones: las mismas que han conducido al nombramiento de José Ignacio Wert.

Al Gobierno no le ha faltado "piel", porque tenerla o no le importa un bledo a quien preside el Ejecutivo. Mariano Rajoy lo constata al hacer a José Ignacio Wert embajador de España ante la OCDE. Si se dispone de "piel", del mínimo de sensibilidad exigible, ni de lejos se promueve tal nombramiento. En política se está porque se quiere, y al igual que se ocupa un cargo público, se abandona, de grado o por fuerza. Wert estaba achicharrado en el ministerio de Educación. Se había agotado siendo vapuleado a diario. Su hoy mujer, atisbando lo que puede acontecer, optó por procurarse un buen cargo en la OCDE. Recién casados no era el caso de que su marido no pudiera acompañarla. Una pregunta a todas luces innecesaria: ¿cuántos matrimonios hay en España en los que marido y mujer se ven obligados a residir en diferentes ciudades por razones laborales? La "piel" con la que en el guión del desdichado vídeo se le hace manifestar a Floriano que hay que revestir la acción gubernamental ha sido arrumbada una vez más. Se ha dejado de lado cuando se escuchan las grabaciones de los implicados en la operación Púnica.

Sucede que Mariano Rajoy está convencido de que su permanencia en la presidencia del Gobierno después de las elecciones de noviembre o diciembre dependerá de la economía, de si los ciudadanos dan por buena la tesis de la recuperación. De ello y de si puede utilizar la confrontación con los desnortados independentistas catalanes para aumentar el caudal de votos, esgrimiendo el "yo o el caos". Rajoy no es un estadista. Jamás lo ha sido. Todavía peor: nunca ha pretendido serlo. Es un político de partido. Un burócrata del aparato, capaz de aguantar lo que haga falta, hábil en las maniobras subterráneas. Las atribuciones, que no cualidades, perfectas para desenvolverse en un partido tan jerarquizado y presidencialista como el PP.

Cuando José María Aznar lo ungió su heredero, Rajoy obtuvo una conclusión de lo ocurrido: de aquí no me mueve nadie. Nadie ha sido capaz de moverlo. Al llegar a la presidencia del Gobierno por incomparecencia del PSOE de Rubalcaba (sigue sin valorarse adecuadamente el inmenso daño que este hombre ha hecho a su partido), cerró el círculo: estaba donde tenía que estar. En la posición que le corresponde a un connotado representante de las más rancias derechas hispanas. Las que desde siempre han considerado que el gobierno les corresponde por derecho adquirido. No es casualidad que quien empezó su carrera política siendo presidente de la Diputación Provincial de Pontevedra remitiera dos mensajes a Luis Bárcenas, a cual más definitorio: "Luis, sé fuerte" y "hacemos lo que podemos". En Reino Unido, Alemania, Francia y demás países de Europa occidental motivo sobradísimo para desaparecer definitivamente. Mariano Rajoy nunca ha dado explicaciones.

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