Uno de los grandes logros recientes de este país ha sido la reducción drástica de la siniestralidad en las carreteras. En 1989, con un parque automovilístico que no llegaba a los quince millones de vehículos, murieron en nuestras carreteras 9.344 personas. En 2012 en total, tanto en ciudad como en carretera, y contabilizando fallecidos a los treinta días, perdieron la vida 1.903 personas. En 2014, hubo 1.131 fallecidos, tres menos que en el año anterior. En 25 años se ha reducido la mortalidad a una cuarta parte, con un parque que es más del doble que entonces (unos 31 millones de vehículos). Los últimos datos ofrecidos periódicamente por la DGT indican sin embargo que la siniestralidad podría estar repuntando en los últimos meses, o, como mínimo, estabilizándose. En julio pasado, murieron 111 personas, cuatro más que en el mismo mes del año anterior. Y sin embargo, desde principios de año y hasta el 31 de julio murieron 608 personas, frente a las 614 del mismo periodo en 2014. Loe expertos afirman que la presión sobre el automovilista se mantiene y es difícil incrementarla, por lo que para reducir aún más siniestralidad hay que renovar el parque móvil la salida de la crisis ayuda a ello, pero es necesario mantener las ayudas públicas y que reparar las carreteras, muy dañadas por la falta de conservación durante la crisis y que se han convertido en verdaderas trampas mortales. Éstas son las tareas pendientes que debe estimular la DGT.
