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Joaquín Rábago

¿Quién cae peor a Varoufakis?

¿Quién de todos sus interlocutores cae peor al exministro griego de Economía Yanis Varoufakis? Uno podría pensar que el titular alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, el hombre del Grexit. Tal vez, si no, la propia canciller Angela Merkel o la directora federal del FMI, Christine Lagarde, que no le facilitó precisamente las negociaciones sobre el rescate.

Pues no es así, si hemos de creer lo que Varoufakis confesó a los dos periodistas del semanario Der Spiegel que fueron a visitarle a su domicilio ateniense, un apartamento por cierto que, según el testimonio de éstos, no tiene nada de lujoso, sino que es la vivienda típica de dos intelectuales, contrariamente a lo que dijeron algunos medios conservadores. El hombre que más le ha decepcionado y contra el que acumula más reproches es el ministro alemán de Economía, vicecanciller y líder de los socialdemócratas de ese país, Sigmar Gabriel.

Éste pasó de dar la bienvenida en un principio al referéndum griego y mostrar simpatía con ese pueblo a criticar abiertamente a los dirigentes de Syriza y culpar exclusivamente a Atenas de dinamitar los puentes que habrían permitido un mejor entendimiento con la UE. Lo mismo hicieron por cierto otros políticos del SPD, pero Gabriel superó a casi todos en su falta de empatía con Atenas, lo que suscitó fuertes críticas del sector más izquierdista del SPD y especialmente de los Jusos (jóvenes socialistas), quienes no le perdonan que pareciera mostrarse aún más severo con el Gobierno griego que la propia canciller Angela Merkel.

Muchos reprochan de modo más general a Gabriel el que se esté mostrando últimamente como un político de pocas convicciones y argumentan que, desde que fue elegido a la cabeza del SPD, no ha hecho sino seguir un rumbo zigzagueante, intentando siempre olfateando por dónde va la opinión pública alemana, que es la única que parece interesarle. ¿Dónde quedó el internacionalismo de la izquierda, la solidaridad de que hizo una vez gala? Son preguntas que cabe hacerse con independencia de lo errático que pueda parecernos el comportamiento del gobierno de Atenas en sus negociaciones con los demás socios de la UE.

En un nuevo documento estratégico del SPD, Gabriel no oculta su intención de llevar a su partido aún más hacia el centro al animar a los suyos a demostrar lo que denomina "patriotisches Selbstverständnis", frase que podríamos traducir libremente como "autoconvicción patriótica". A uno le parece estar escuchando a alguien de la Unión Cristianosocial bávara o la propia CDU de la canciller Merkel y no a un heredero de Willy Brandt, el político antifascista que tuvo que exiliarse en Noruega, desde donde siguió combatiendo el régimen de Hitler y que a su regreso a Alemania fue considerado todavía por muchos como un traidor a su patria.

Por cierto, que en su entrevista con Der Spiegel, Varoufakis dice considerar a Schäuble "más liberal" que Merkel porque el ministro quería expulsar a Grecia del euro sin dejarse guiar por la ideología mientras que la canciller se propuso humillar a Syriza y sacar a la izquierda del Gobierno, aunque al final tuvo que contentarse con su dimisión como ministro de Alexis Tsipras. Si Angela Merkel abogó en famosa, por significativa, frase "una democracia conforme al mercado", Varoufakis, que no piensa abandonar la política para volver a la docencia universitaria, se propone luchar contra la absoluta preponderancia del principio económico en una Unión Europea dominada por Alemania.

El exministro griego, que hace profesión de fe europeísta, afirma querer unir ahora a quienes piensan como él en la UE para que ésta no caiga en manos de los antieuropeístas, a los que parece favorecer el río revuelto de la política europea, como se desprende del auge de los partidos nacionalistas.

Medios alemanes e italianos hablan de la posible creación por Varoufakis de un nuevo movimiento de carácter transversal que podría llamarse "Alianza Europea" y contar con el apoyo del exministro socialdemócrata de Economía alemán Oskar Lafontaine, hoy en del partido Die Linke (la Izquierda), pero también de Paul Krugman y Joseph Stiglitz, ambos premios Nobel de Economía y siempre muy críticos con las políticas de austeridad europeas. Esas noticias coinciden con una campaña en los medios de comunicación europeos contra Varoufakis, a quien se acusa de haber urdido, mientras negociaba con Bruselas, un plan secreto para reimplantar el dracma y no tener así que plegarse a las demandas de los acreedores y los dictados de la troika.

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