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Llorenç Riera

El valor de las personas de consenso

La capacidad de diálogo y la voluntad de acuerdo siempre son artes recomendables en política, mucho más cuando el gobierno se ejerce de forma compartida. Pero también puede ocurrir que sean elementos imprescindibles para enderezar los asuntos domésticos o internos. Ambas cosas están ocurriendo estos días en el amplio espectro de las instituciones y partidos políticos de este archipiélago. Diálogo necesario en casa y con el vecino, lo cual, afortunadamente, no es incompatible, con la crítica.

Aún con las cicatrices del varapalo de las urnas en su estructura, el PP necesita asegurarse el tránsito hasta el próximo congreso regional. Lo hace con las primeras críticas a las decisiones del Govern Armengol, de las que destaca la calificación de "nepotismo" que le merece el nombramiento de Juli Fuster como director gerente del Ib-Salut, por parte de su pareja consellera del ramo.

La época post Bauzá ha comenzado con la renuncia del escaño en el Parlament por parte del expresident, como primer paso para garantizarse otro más resguardado en el Senado. Quien ha sido uno de sus principales aliados, el secretario general Miquel Vidal, se perfila ahora como el hombre de consenso para estar al frente del PP hasta el congreso. Pero la confluencia también tiene su reverso, porque la cercanía mantenida entre Vidal y Bauzá, no es precisamente un valor positivo entre los componentes del sector más crítico del partido. Lo cierto es que a partir de ahora nadie podrá decidir ni actuar solo. El estilo Bauzá ha quedado invalidado.

En la otra ribera, el Consell de Mallorca igualmente deberá afanarse en el diálogo y la negociación si quiere sustituir las basuras extranjeras que llegan a Son Reus por otras procedentes de Eivissa y Menorca. Las negociaciones deberán producirse a cuatro bandas, entre los tres consells y el ministerio de Medio Ambiente. El presidente de la institución mallorquina, Miquel Ensenyat ya baraja un encuentro entre sus homónimos de las otras dos islas para encauzar un asunto que, por naturaleza, es complejo en su propia descomposición.

En esta cuestión, como en tantas otras del archipiélago, interfiere también por supuesto el apartado económico y el de la propia insularidad, lo cual equivale a interpelarse sobre quién y cómo se pagará el traslado de los residuos sólidos urbanos.

Desde el Consell de Mallorca se defiende que debe hacerlo el ministerio de Medio Ambiente, dado que la ley estatal de residuos contempla la concesión de ayudas para el traslado de basuras alejadas de la península. Es un asunto que en todo caso deberá negociarse con Madrid en una época en que la colaboración económica entre instituciones no se caracteriza precisamente por su fluidez. En cualquier caso, la tónica está marcada por imperativo de la necesidad. La misma presidenta Armengol se ha apresurado a solicitar audiencia al presidente Rajoy para abordar, una vez más, el sistema de financiación autonómica. Es la calve del asunto de la que depende prácticamente todos los planes de actuación que se han trazado el Govern y los consells.

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