Voy a hablar como ciudadano y no como experto en economía, porque soy esencialmente lo primero y poco o nada de lo segundo. Ahora que se cumplen 30 años de la adhesión de España a la Unión Europea (por favor, siga leyendo) es un buen momento para reflexionar sobre lo que ha transcurrido en todo este tiempo. Cuando llega una fecha conmemorativa me pongo sensible, ya ven.

Hace tres décadas que dimos el "sí quiero" a la UE, a pesar de lo mucho que nos condiciona, ésta sigue siendo una absoluta desconocida para millones de ciudadanos europeos. La sensación es la de compartir la cama con un extraño, no me digan que no. Profundizando un poco, el problema surge cuando un votante que no se entera de nada avala el propio sistema de la UE con su sufragio. En realidad pocos o ninguno de esos votantes entiende el funcionamiento de sus estructuras legislativas, ejecutivas ni judiciales. Ya va bien así. Les recuerdo que en las elecciones europeas de 2014, España registró un ridículo 45% de participación. Pero ya va bien así, insisto, porque al fin y al cabo la votación fue válida y se posibilitó la continuación del sistema, una vez más. En el resto de países de la UE, la situación es parecida. Se vota en las europeas sin saber ni a quién se vota, ni qué se vota ni para qué se vota.

Se supone que el mayor acontecimiento, el más trascendental, ha sido la asunción del euro como moneda única, cuyo principal resultado ha sido la eliminación de trabas para la circulación de capitales. El euro se considera por los países miembros de la UE como el gran recurso que nos fortalece ante los competidores económicos, que nos saca de los aprietos, que nos allana el camino y que nos garantiza la victoria (a pesar de que tener una moneda única imposibilita la opción de devaluar / abaratar la moneda nacional cuando, por ejemplo, el país pasa por un bache económico y quiere ser más competitivo que sus vecinos).

Dos de los miembros de la famosa (y desconocida, en realidad) troika financiera son instituciones del seno de la Unión: la Comisión Europea y el Banco Central Europeo. La otra institución es el Fondo Monetario Internacional, dominado por europeos y estadounidenses. Digo que son desconocidas porque si usted encuentra a un solo ciudadano que le pueda explicar cómo funciona alguna de las tres instituciones yo, muy gustosamente, le invitaré a una cena digna del sueldo de alguno de sus presidentes.

Como saben, la troika es la que ahora le dice a países como Grecia lo que puede o no puede hacer. Les recuerdo, a lo Rajoy, que Grecia, cuna de la democracia, es un país lleno de griegos. En concreto de once millones. Así que tenemos a un pequeño pero poderoso grupo de señores y señoras desconocidos por la mayoría, ligados a la gran banca neoliberal europea y estadounidense diciéndole a los pobres países del sótano de Europa lo que deben o no deben hacer para satisfacer las ansias rentabilizadoras de sus colegas de la banca, para los que han trabajado o trabajarán. De verdad, no hay mucho más que eso.

¿Y saben lo peor? Lo peor es que el sistema es perfecto. No fue difícil convencer a los países de los suburbios europeos, como Portugal, Grecia o España, para que se entregasen al club de aquellos que jamás podrían aspirar a ser un paraíso fiscal. Se puede expresar de otra forma: se invitó a unos desesperados que nunca habían sido nada pero que tenían aires de grandeza a que se unieran a una "secta económica" de la que es imposible salir, ni aunque se desee desesperadamente. A los del sur se nos preparó de manera debida, se nos concedieron ayudas que luego fueron retiradas para, finalmente, enviarnos al "caballo de troika" (por eso del caballo de Troya, ya me entienden), el euro, que se metió en nuestras billeteras y cuentas corrientes para que, a partir de ahí, fuéramos parte y víctimas a la vez de un sistema económico globalizador, especulador y despiadado que, nada más llegar, causó burbujas inmobiliarias, deslocalizaciones empresariales, desequilibrios financieros, y que el dinero de muchos pasase a manos de pocos.

Desde 2002 hemos tenido unos años de falsa bonanza económica y una crisis que ha dejado en los huesos los sistemas públicos de educación y sanidad, que ha generado millones de desempleados, que ha hecho crecer la economía sumergida y que nos ha empobrecido, sin duda. Eso sí, la banca privada europea no ha dejado de tener beneficios mil millonarios cada año gracias a nuestra deuda, privada o pública, que se ha transformado y se sigue transformando en pingües beneficios que corretean libres por los países de la Unión como si de una pradera verde se trataran. El retrato es tan bucólico como obsceno.

¿Es la moneda única una ventaja para el progreso o es simplemente el zulo para un secuestro perfecto y perpetuo? ¿Es la UE una verdadera unión para el progreso o una secta gobernada por personas al servicio de las multinacionales y la banca neoliberal? Juzguen ustedes, yo ya me callo en homenaje a ustedes mismos, que desde el 1 de julio tienen menos derecho a expresarse libremente por obra de la ley mordaza.

* Periodista