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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

El ruido silencia alcaldes

Los perspicaces lectores de esta sección han advertido la conexión entre la ruleta de alcaldes sucesivos de Palma, y la maldición que desde aquí les lanzamos por la confabulación de Cort con la mafia del ruido. Cobrando, claro, según vienen demostrando los jueces. Cirer, Calvo, Isern, Hila -o Hi, porque solo estará la mitad- caen fulminados tras un solo mandato, por tomarse a broma nuestra venganza contra quienes embrutecen la ciudad con la violación sonora de sus ciudadanos. Todavía recuerdo el día de mi ultimátum a la número dos de Cirer. "Si no acabáis con el ruido, vais a perder las elecciones". Me miró condescendiente, porque interpretó como uno de mis análisis delirantes lo que en realidad era una amenaza. Desde entonces, he formulado la profecía ominosa a cada alcalde, con la mortandad consiguiente.

Habrán advertido que incluyo al semialcalde Hi entre las víctimas de la alianza indisoluble de Cort con la mafia del ruido. Por una razón muy sencilla, todo sigue igual. Hay efectivos de la Policía Local, cuyos mandos están imputados por sumisión a los mafiosos del ruido, que tratan al denunciante como un delincuente. Le piden más datos que si fuera un griego en busca de crédito, así queda identificado como un revoltoso y no como un violado. A continuación, se le informa con sarcasmo de que "no tenemos unidades disponibles". La víctima queda fichada y el agresor, indemne. En las estadísticas, esta farsa se encasilla como "denuncia atendida y resuelta".

Todo lo cual ocurre ocurre bajo el mandato de Antònia Martín Perdiz, concejala delegada de Sanidad y Consumo de Podemos. En su entrevista con este periódico, promete que "Atenderemos con diligencia las quejas de los ciudadanos contra los ruidos". Las denuncias se desatienden, la diligencia es negligencia contra el denunciante, los ciudadanos son tratados como sospechosos y la mafia del ruido brinda con los mandos de sus funcionarios. La regidora se excusa en que "estamos en una etapa muy preliminar", la de contratar a los amigotes. De aquí a cuatro años estarán en la calle, soportando el ruido que han creado. No me sirve de consuelo, pero es todo lo que puedo conseguir. Por cuarta vez.

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