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Cuaderna

La crisis del PP: sentimiento y razón (y II)

Como continuación del artículo anterior, desde la libertad e independencia que da el hecho de no aspirar a cargo público alguno, sea institucional u orgánico y por lealtad al partido, es obligado hoy más que nunca seguir reflexionando en voz alta sobre el futuro de nuestra formación política. Lo repito una vez más, el Partido Popular de Balears necesita hacer autocrítica, que nada tiene que ver con la autoflagelación, para acertar en lo que es necesario hacer, rectificar y presentar ante la ciudadanía un proyecto enérgico, ilusionador y creíble. Solo así podremos afrontar con garantía de éxito las próximas elecciones generales.

El diagnóstico de nuestra deteriorada credibilidad y distanciamiento del electorado está claro: falta de firmeza en la reclamación de una financiación justa para Balears; la política errática, o cuando menos mal explicada, en relación a la defensa de nuestra realidad insular, lingüística, cultural e histórica; la percepción, con razón o sin ella, de los ciudadanos, de que se ha gobernado con tics autoritarios, donde diálogo, consenso y acuerdo eran, cuando menos, un insulto al hecho de haber obtenido mayoría absoluta; el estar pendiente de agradar más a Madrid que a nuestros propios votantes; la falta de firmeza en la defensa de un regionalismo integrador, perfectamente compatible con sentirse español, en aplicación, como ya dijimos, del principio constitucional de hacer realidad la unidad de España, en el marco y respeto a la diversidad de las nacionalidades y regiones que la integran. Todo ello y más es lo que hay que recuperar en estos cinco meses que quedan para las elecciones generales.

Es la hora de la política y por ello debemos defender un proyecto propio, y a la vez reconocible, siendo fieles a los compromisos adquiridos. Solo así el ciudadano y el votante que se quedó en casa, sea por decepción o desengaño, volverá a confiar en nuestro partido. Todo cuanto aquí digo lo he venido desarrollando, mediante artículos y tres libros publicados, a lo largo de los últimos ocho años. No es nuevo, no. No es la reflexión de un oportunista, no. No es la ambición de un rencoroso, no. Créanme, es la reflexión de un humilde militante que ama profundamente a su partido y lo que representa, fruto de más de treinta y cinco años de militancia. Sé cuánto costó pasar de un partido testimonial que éramos en 1979 a ser el partido que en 1983 tuvo el encargo de poner en marcha unas instituciones, sólo existentes en el papel de nuestra Constitución y nuestro estatut.

Como toda obra humana lo hicimos con aciertos y errores. Lo hicimos todos juntos, Gobierno y oposición, porque nos unía un objetivo común; dotar a nuestras islas de instituciones propias de autogobierno.

No se practicaron exclusiones. No se montaron cinturones sanitarios contra nadie. Ahí estábamos todos; liberales, conservadores, democristianos, socialistas, regionalistas, nacionalistas y comunistas. Cada uno en su papel, sabiendo que solo desde el diálogo y el acuerdo se puede avanzar.

Por ello digo y afirmo que el PP de Balears está obligado a recuperar el espíritu del 83; primero por nosotros mismos como formación política y después porque se lo debemos a la sociedad balear. Estoy convencido de que el PP de Balears lo puede hacer; es más, lo debe hacer.

Lo puede hacer y lo debe hacer desde la firmeza en las convicciones y la humildad del discurso. Lo puede y lo debe hacer desde el ejercicio de política entendida como vocación y no como una profesión más. Lo puede y lo debe hacer desde la generosidad y orillando todo tipo de egoísmo personal. Lo puede y lo debe hacer desde la coherencia ideológica, es decir desde el liberalismo social en un regionalismo integrador, que nada tiene que ver con un malentendido "españolismo casposo", como ya nos advertía Ortega y Gasset, en su discurso ante las Cortes generales, en relación al tema catalán. Lo debe y lo puede hacer desde el convencimiento de que cuanto más fuerte seamos en Balears, más fuertes nos sentiremos como españoles que somos y más argumentos doctrinales e históricos tendremos para combatir, el mal llamado soberanismo dels Països Catalans. Y como soy hombre que creo lo que digo y digo lo que creo, sé que lo podemos hacer, sí. Sé que lo vamos hacer. Solo hace falta convicción y generosidad, es decir, sentimiento y razón.

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