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Ojo a los gigantes

Ojo al futuro inmediato de la economía, porque la recuperación de los datos macro españoles puede ser un espejismo a la vista de los síntomas preocupantes que vuelve a ofrecer el panorama mundial. El comercio ha caído en el primer trimestre del año un 10% con respecto al mismo periodo del año anterior. Atención, porque es el segundo desplome más fuerte. El primero, cómo no, se produjo tras el hundimiento de Lehman Brothers en 2008. Los principales problemas vienen de la segunda economía del mundo. China ha reducido sus importaciones un 14,3% en los tres primeros meses del año, mientras que sus exportaciones han descendido un 2,7%. Todo ello, en un contexto de bajada de los precios del petróleo y de dinero barato por la guerra de devaluaciones. Si China reduce sus compras al exterior significa que los países emergentes tienen un grave contratiempo, porque es el principal destino de sus materias primas. Para Europa, supone más problemas para colocar sus preciados bienes manufacturados.

La economía china, con todo, ha crecido un 7%, que puede parecer mucho visto desde Europa, pero China necesita un impulso mayor para que se note en la calle. Y eso, en el caso de que el dato sea fiable, dado el control de los organismos estadísticos oficiales. Algunas fuentes (no oficiales) señalan, por ejemplo, que la producción de energía apenas crece. El gigante asiático tiene el crédito y la construcción en retroceso (los datos han regresado a los de 2009), mientras transforma su modelo económico basado en la inversión en otro fundamentado en el consumo, con el fin de que sea menos dependiente de los flujos de capital y más estable. El objetivo es loable, pero por ahora los datos son pobres.

Si se une a la caída también de la economía de EE UU (0,7%) en el primer trimestre, podemos ver qué panorama mundial nos envuelve. Con las dos locomotoras con síntomas de asfixia y la Unión Europea sin quitarse de encima sus problemas de deflación, deuda y desempleo, más el quebradero de cabeza griego. Vale que España es un oasis en este mapa en los últimos tiempos, pero continúa alejándose de los objetivos de déficit europeos, lo que supone una amenaza latente sobre nuestras cabezas. Y el paro, ahí sigue. Aparecen expertos que ya hablan del desempleo masivo como una característica estable del actual modelo económico: no se crea trabajo ni con brotes verdes.

Eso implica asumir que los que vienen por detrás vivirán peor y eso, ni más ni menos, supone cuestionar el modelo capitalista actual. No puede sorprendernos que los movimientos en esa línea estén aflorando en todos los rincones y desde abajo. Quizá sea mejor no pensar demasiado en el futuro, porque posiblemente pocas veces ha sido tan incierto como ahora. ¿O tal vez la escéptica profecía de El gatopardo volverá a ser cierta?

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