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Pitada de aniversario

En vísperas de cumplirse un año de la abdicación del rey, su hijo recibió un "cumpleaños feliz" impresionante a cargo del mayor orfeón vasco de la historia y un coro atronador de la escolanía de Montserrat. Pero esta interpretación tan sentida no fue del agrado de todos. Algunos proclamaron airados que la monarquía es sagrada. ¿Seguro? Si repasamos las encuestas más recientes veremos que la institución monárquica no ha logrado recobrar el crédito de antaño. La valoración es baja y el apoyo de los españoles es dudoso. Obviamente muchos de ellos no abuchearían el himno nacional, pero tampoco están satisfechos con la corona. Digamos que estos millones de paisanos pertenecen a una raza abominable llamada "republicana", raza que por cierto se ha impuesto rotundamente en territorios salvajes como Francia, Italia, Alemania o Estados Unidos.

Nuestros monárquicos aseguran que en dichos países jamás se silbaría al himno nacional. Y es cierto. Pero resulta que son los países donde no hay monarquía, no sé si me explico. Quiero recordar ahora que somos latinos y la fidelidad a una causa romántica es muy relativa. Todo depende de nuestras emociones, de las circunstancias y hasta del bolsillo. En este caso se añadía el factor de los nacionalismos periféricos y su largo contencioso con el nacionalismo español. Porque al final todos somos nacionalistas: los de la banderita rojigualda en el reloj, los de la flor de lis en la solapa y los de la senyera en el llavero. Si lo pensamos bien nuestra pasión no difiere tanto del fútbol: uno del Barça, otro del Madrí, otro del Atleti, etc. Por tanto, quizá no sea casual que esas diferencias se expresen en un estadio de fútbol, donde se desplazan y plantean cuestiones que en una nación verdaderamente democrática se resolverían en las urnas o en la calle. Pero mientras no se celebre un referéndum sobre la monarquía, mientras la gente no pueda salir de casa a manifestar su desencanto, sin temor a ir a la cárcel, un chavalote de Barakaldo o una nena de Organyá estarán en su derecho de silbar a quien les de la gana. Y como les de la gana. Porque además no tienen claro su futuro. Y eso duele.

A raíz de la pitada se han visto muchos traseros. Es alucinante que el líder socialista llamara por teléfono al rey para mostrarle su apoyo, cuando nunca lo había hecho por nada. Es absurdo que la Comisión Antiviolencia se reuniera con carácter urgente para vengar la ofensa, cuando el único motivo digno para hacerlo habría sido manifestar su admiración hacia esas dos masas corales que mostraron un comportamiento ejemplar? Salvo quizá durante un minuto y según para quién. No para todos. El resto de la noche, no hubo ni una reyerta ni el menor asomo de violencia callejera. Sólo fútbol. Y de Messi. Por tanto, imponer la idea de que sólo hay un camino para ser europeo y civilizado, y que ese camino pasa imperativamente por respetar a la corona resulta, paradójicamente, algo muy poco democrático y civilizado.

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