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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

Durán, duquesa de Palma

Hay que remontarse a Gil y Gil o Ruiz Mateos, para localizar una candidatura democrática más desgraciada que la digitación de Margarita Durán como aspirante del PP a Cort. Los votantes ya sancionaron esta ópera bufa con el peor resultado popular en una ciudad de derechas, y se sentirán reivindicados al escuchar a su damnificada proclamando hoy que "Palma necesita que yo sea la alcaldesa". Y se queda corta, porque la frase que tenía apuntada era "Palma fue creada para que yo sea la alcaldesa". La Catedral fue construida pensando en Durán, y ni aun así consigue el templo ponerse a su altura. Hay que dosificar el tratamiento a los afectados por el shock postelectoral, para evitarles arrebatos o estertores. Seamos pese a ello comprensivos con la desasosegante perspectiva de volver a trabajar, después de cuatro años limitándose a frenar las críticas a Bauza desde la silla gestatoria del Parlament.

El cambio en Cort no puede consistir en una venganza, y la desatada Durán merece un premio de consolación. Por tanto, el primer pleno municipal debe nombrarla Duquesa de Palma, labor para la que está perfectamente dotada a juzgar por los antecedentes. El título aristocrático frenará la emisión de exabruptos contra sus rivales del estilo de "se quieren reír de la gente", aunque es cierto que ella solo se ha reído de los votantes del PP. De la mitad de los votantes que en anteriores ocasiones, para ser exactos. Una duquesa también reprimirá la apelación insustancial a la "inseguridad jurídica", aunque en su caso tenga la disculpa de que no sabría distinguirla de la "seguridad jurídica".

En cuanto has votado, te asaltan las dudas. Cinco de cada seis palmesanos decidieron apartarse de la predestinada Durán, y se tranquilizarán al comprobar que ha empeorado. Su apelación a los "regidores investigados por pederastia o asesinato" obliga a algún carraspeo, ante el historial de los concejales del PP en Cort. También da mal fario nombrar el único artículo del Código Penal no infringido por políticos populares. En fin, entregarle la contabilidad de Palma a una duquesa que en dos semanas ha sido incapaz de desentrañar los datos electorales es una osadía.

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