La fiscalía anticorrupción reclama para el exconseller de Deportes por Unió Mallorquina Mateu Cañellas una pena de 5 años y 10 meses de cárcel en una de las piezas separadas del caso Voltor. Cañellas, con varias causas pendientes, tiene, como cualquier imputado, todo el derecho del mundo a defenderse, a luchar por demostrar su inocencia. Faltaría más.
El expolítico vivió en primera línea la cruenta guerra entre las distintas facciones de UM.
Cañellas compaginó sus cargos públicos en el Consell y el Govern con las labores de captación de votantes y afiliados en Palma, un feudo de Miquel Nadal.
Las familias de UM lucharon a muerte por el control de los militantes de Palma y allí se enfrentaron Miquel Nadal y Cristina Cerdó, por un lado, contra Mateu Cañellas y otros dirigentes cercanos a Maria Antónia Munar, por el otro.
Pero pronto empezaron los problemas judiciales contra los líderes de UM, que se creían intocables.
Surgen los primeros conversos y muchos de los antiguos todopoderosos dirigentes de un partido artificial y sin escrúpulos llegan a la conclusión de que es mejor confesar que no pasarse media vida en la cárcel.
En esas alocadas carreras para colaborar con la Justicia es donde Cañellas denuncia ahora que se fraguó su perdición.
Una antigua amiga, mutada en arrepentida, Eugenia Cañellas, confiesa que se ha visto forzada por Miquel Nadal a colgarle el muerto de la red de enchufados de UM, alega ahora Mateu Cañellas en su descargo.
El exatleta de élite también sospecha de un policía adscrito al Grupo de Delitos Económicos, que ha sido la división acorazada en la lucha contra la corrupción. Este agente pudo haber teledirigido los atestados para minimizar la responsabilidad de Eugenia Cañellas y cargar las tintas contra otros, se duele Mateu Cañellas.
Son hechos muy graves que cabe esclarecer.
