La primera exigencia de Francina Armengol a Biel Barceló ha consistido en la incorporación de Vicenç Thomàs al Govern. Empezamos bien. Desde el domingo reverdecen Carles Manera y Bel Oliver. Una de las escasas conclusiones irrefutables de las pasadas elecciones es que nadie ha votado a los fósiles citados. Sus egos y carreras profesionales nos preocupan tanto como el futuro del millón de habitantes de Mallorca, pero no entendemos por qué deberían ir en primer lugar. En especial cuando han demostrado ser tóxicos para la taquilla. En el no tan lejano 2011, los fenómenos de este párrafo perdieron el Govern, la ética y 25 mil votos. Su suerte no mejoró el pasado domingo, en que otras diez mil personas prefirieron votar el vudú caribeño antes que a los zombies del PSOE. En aras del equilibrio, reconozcamos que los estadistas aquí glosados están a punto de converger en sufragios con el PP de Bauzá. Enhorabuena.
Balears se ha transformado en una comunidad de izquierdas, a pesar de los esfuerzos del PSOE por evitarlo. La Villa Cortina auspiciada por Armengol y condenada por el Tribunal Superior bastaría para vetar su acceso a cualquier cargo representativo, y no es el único ejemplo de jardinería política. Las ruinas de la última administración socialista en el Govern, el Consell y Cort se llaman Son Espases y Palacio de Congresos, por no hablar de las aportaciones millonarias a tenistas y a médicos que ponen grapas.
La fuerza de los votos, y el atractivo de dirigentes sin conexión con los citados, otorgan al PSOE un papel clave en un hipotético pacto de izquierdas. Respecto a la presidencia, si 19 diputados de Podemos y Més aportan un candidato, superan en número a los socialistas en caída libre. En el posterior reparto del botín, cabe exigir a Armengol que se desprenda de las estériles adherencias de glaciaciones pretéritas. Si su acomplejamiento patológico le impide encontrar a nombres nuevos con independencia de la edad, puede seguir la senda del otro perdedor del domingo. El PSOE de Armengol no es la solución al PP de Bauzá, sino el segundo problema de Balears después del PP de Bauzá.
