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Llorenç Riera

Hoteles y chalets dan vida a constructores

El último escollo para consolidar la recuperación económica tenía, como es sabido, la dureza del cemento, pero ahora parece que se ha logrado superar de forma definitiva. Lo decimos a nivel de macro cifras y, si se quiere, en términos absolutos, porque en la cotidianidad de la economía doméstica las cosas siguen siendo esencialmente crudas. En la construcción y la inversión inmobiliaria la situación se pone a tono para las operaciones relacionadas con el lujo y la expansión hotelera, siempre dentro de los cánones del turismo, sea residencial o estacional. Este apartado se introduce incluso en el ámbito del alquiler que estimula las reformas con fines diversificados, sean turísticos o de uso privado.

Las zonas comerciales y los complejos de oficinas son el único apartado que se ha visto frenado dentro de la actual expansión constructora, si bien hay que tener en cuenta que había registrado cifras aceptables en los últimos meses de 2014. Por otro lado, sigue faltando financiación a nivel elemental, con lo que sólo las clases altas, en su mayoría de procedencia extranjera, pueden comprar obra nueva. Ellas, junto a la animación de las reformas y ampliaciones hoteleras, han dado el gran tirón a la recuperación de la construcción en Balears.

De este modo, en el primer trimestre de 2015 ha habido una inversión del orden de los 254,8 millones de euros, cuando en el mismo periodo del año anterior fue de 138,2. La diferencia es muy significativa. Si 2014 se cerró con el aumento de 29,3%, sólo en los tres primeros meses del año actual, el incremento se dispara hasta el 84,3%. Pero hay que decir también que se partía de unos niveles muy bajos. El pozo era demasiado hondo.

Este cambio de tendencia, evidentemente, está teniendo su lógica repercusión sobre el empleo, aunque no de la forma apetecida. Se ha logrado generar 4.000 empleos nuevos, para situar los asalariados de la construcción en 31.000. Se está todavía muy lejos de los 56.000 con que se contaba cuando se inició el gran desplome en 2007. Para acabar de enmarcar la situación hay que hacer referencia todavía a otro factor, un modus operandi que las patronales del sector no se cansan de denunciar. No es otro que el alto nivel de economía sumergida que perdura entre obras y proyectos. Está asociado a la guerra de precios a la baja "de vergüenza" los denominan algunos afectados que permanece latente. Es una práctica que puede tener su explicación pero se vuelve poco productiva: como no hay trabajo, los contratos se rapiñan a base de tarifas devaluadas.

A la construcción de Balears todavía le faltan algunos elementos para alcanzar la normalidad y la recuperación plena. El rodaje estable se conseguirá cuando logre nutrirse de inversión acorde con la demanda privada, la pública despierte sin abusos, se estimule la rehabilitación de casas en desuso y se disponga de suelo capaz de satisfacer a las necesidades domésticas sin posibilidad de dejar brecha para la especulación.

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