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El fin del dinero

Las restricciones al dinero en efectivo para controlarlo a efectos fiscales y prevenir la economía sumergida, el blanqueo y otros delitos económicos ya no es una novedad, y también en España están prohibidas las transacciones dinerarias de más de 2.500 euros. Pero el proceso se está acelerando y en los países nórdicos alcanza una velocidad apabullante. En Dinamarca, sin ir más lejos, el Gobierno ha impuesto a partir de enero de 2016 la prohibición de pagar con dinero en efectivo en bares, restaurantes, gasolineras o tiendas de moda. Y ha explicado con toda claridad que éste es un paso más en el camino de la total desaparición del dinero en efectivo. Curiosamente, los argumentos que se dan para justificar esta drástica medida son marginales: se habla de la necesidad de reducir los "considerables costes administrativos y financieros que implica el manejo de dinero en efectivo". Y además, el gobierno cree que la eliminación de billetes y monedas "ahorraría a las empresas parte de sus gastos de seguridad, que implican contratación de personal e instalación de circuitos de vigilancia".

No tendría sentido oponerse a una evolución que seguramente está en la lógica del progreso que hemos elegido, pero causa cierta impresión pensar que dentro de poco toda nuestra vida pública estará perfectamente registrada en los grandes ordenadores de Hacienda, que tendrá noticia hasta de nuestros más mínimos gastos. Orwell se quedó muy corto al anticipar el alcance del ojo escrutador del "Gran Hermano".

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