Los partidos políticos no se lo ponen fácil a los votantes: unos porque han demostrado su ineficacia y corrupción y otros porque, novatos ellos, no dan garantías de que gobernarán con sensatez y justicia.
El indeciso está solo y las encuestas electorales no calman su ansiedad, más bien la incrementan. Dichosos los que ya tienen claro el sentido de su voto, que probablemente es el mismo desde hace muchos años.
Los expertos pronostican que el PP de Balears va a perder muchos apoyos y sobre todo escaños en el Parlament.
La corrupción estaría así pasando factura a los conservadores, que hasta ahora habían salido prácticamente indemnes de casos como Túnel de Sóller, Brokerval, Mapau o Andratx.
Las 28 piezas separadas del Palma Arena, y saqueos como Scala, tienen un elemento común: Jaume Matas y su Govern y el PP no trabajaban por el bien común. Más al contrario, las pesquisas judiciales y de la fiscalía anticorrupción han desvelado un sucio panorama de políticos y altos cargos volcados en sus intereses particulares y en beneficiar irregularmente a su partido.
A escala nacional los conservadores han protagonizado casos de corrupción igualmente sangrantes: Gürtel, Púnica, Bankia, Rato y muchos más.
Pero las pésimas perspectivas para el PP se derivan también de la prolongada crisis, el masivo desempleo y los millonarios recortes en servicios públicos.
