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Reforma electoral

Era de temer: el cambio en el sistema de representación, con el surgimiento de dos nuevos partidos, terminará provocando el cambio en la ley electoral, que en su forma actual favorece el bipartidismo imperfecto. Como es conocido, la ley de Duverger explica que el sistema mayoritario engendra regímenes bipartidistas y el proporcional, regímenes pluripartidistas; de ahí que la proporcionalidad corregida mediante la ley d'Hondt dé lugar a un sistema como el español.

En las últimas horas, Susana Díaz ha propuesto en su discurso de investidura un sistema electoral proporcional a dos vueltas en los tres niveles de representación política, y con listas abiertas; sugiere una reforma constitucional a tal fin, que con toda probabilidad no será necesaria pues la carta magna se limita a imponer "criterios de representación proporcional". Además, el presidente extremeño Monago ha anunciado un referéndum en su región para ver si los ciudadanos aprueban una propuesta parecida?

Bien está el cambio, pero con una condición (que no se ha seguido, por cierto, en la reforma unilateral del sistema electoral elaborado en Castilla-La Mancha): que se consiga con amplio consenso, con una mayoría muy cualificada. Si no se hace así, el régimen político perdería una parte importante de su legitimidad.

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