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Miguel Vicents

Vía libre

Miguel Vicens

Pobres a jornada completa

Son trabajadores a tiempo parcial y pobres a jornada completa, la generación perdida de una crisis que ha abierto un abismo entre ricos y pobres, masacrado a la clase media y mermado hasta el límite las expectativas de la juventud mejor preparada de la historia. Sus intermitentes experiencias laborales sirven a los gobernantes para adornar discursos sobre la recuperación, la caída del paro y los signos cada vez más evidentes de que la coyuntura económica está cambiando de forma definitiva. Son ciudadanos invisibles de sueldos insuficientes que, sin embargo, resultan de gran utilidad en los argumentarios de la salida de la crisis, pues en las grandes cifras cuentan igual que un trabajador bien remunerado a jornada completa, aunque ellos estén abocados a la ayuda familiar hasta la madurez, la exclusión social y la caridad de asociaciones como Cáritas y Cruz Roja, que alivian con su ingente labor todo el retroceso en justicia social que los recortes han provocado. En la comunidad autónoma que lidera la recuperación, un tercio de la población vive en el umbral de la pobreza y el contrato que más crece no supera las cuatro horas diarias.

El 24 de mayo esa generación perdida también vota. Y es lógico pensar dadas sus circunstancias que lo hará desde la indignación y las expectativas robadas. En esa combinación reside, además, parte de la incertidumbre de los comicios y la explicación del fulgurante ascenso de formaciones como Podemos en la izquierda y Ciudadanos en la derecha. Pues su base sociológica busca algo nuevo, sin historia, una ruptura con el pasado que suponga también el fin de los privilegios de quienes se han enriquecido durante la gran debacle de la clase media.

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