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Matías Vallés

Al azar

Matías Vallés

El informe Rocamar

Hay casos de corrupción en que la dimensión ética sobrepasa a la económica, cuando el Govern del PP carga facturas del prostíbulo moscovita Rasputín a los ciudadanos. Hay escándalos intrincados, que exigen el desentrañamiento laborioso de un flujo de facturas. Y después está el hotel Rocamar, listo para sentencia. La supervivencia de titulares explícitos de este diario como "Turismo pagó 600 mil euros de más a su jefe de Inspección por el viejo Rocamar", o "El padre del jefe de Inspección de Turismo es el beneficiario de la compra del Rocamar", apenas requieren las precisiones de que "Turismo manipuló la tasación" o "Turismo improvisa un informe ´por la noche´ para justificar el sobreprecio de 700 mil euros".

En el segundo caso de corrupción del Govern Bauzá investigado ahora mismo por vía penal, no sobrecoge tanto la exigencia de cinco euros a cada familia mallorquina a cambio de un hotel ruinoso, sino el resurgir de las ínfulas imperiales. Es la versión local del "que se jodan" de Andrea Fabra, la necesidad de exteriorizar la prepotencia. A partir de la denuncia de Anticorrupción, el farmacéutico mejor pagado de Balears entona otro clásico, "todas las decisiones del Rocamar están avaladas por informes técnicos". Todas las decisiones que han ingresado en prisión a Matas y Munar están avaladas por informes técnicos.

En las conferencias que pronuncia Pedro Horrach sobre su labor en Anticorrupción, destaca que uno de los primeros argumentos que esgrimen los políticos luego condenados es que sus decisiones corruptas se basaron en los famosos "informes técnicos". A diferencia de la jueza Alaya, los magistrados mallorquines han exonerado sistemáticamente a los autores de la basura documental en la que el alto funcionariado sustentó el saqueo de Balears. Al Rocamar sin forma o informe solo le faltaban como evidencia probatoria los avales que esgrime Bauzá. El president siempre podrá alegar que no ha leído los informes que confirman el escándalo del hotel, bajo la coartada imbatible de que estaba muy ocupado con la gestión de sus negocios privados.

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