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Llorenç Riera

La Comisión política de las obras públicas

Ltranquilidad proclamada por el PP frente a la comparecencia de Javier Rodrigo de Santos, ayer, ante el juez Castro, era tan falsa como se suponía, del mismo modo que la sensación de normalidad en los procesos de adjudicación de obras públicas, durante el Govern Matas, estaban corrompidos desde su misma concepción. Por eso mismo, las grandes infraestructuras hipotecadas en la época, casi hasta el infinito, con Son Espases y el Palma Arena a la cabeza, tienen podridos sus cimientos, motivo por el cual Mallorca nunca podrá enorgullecerse de ellas. Sólo pagarlas y agachar la cabeza por haberlas confiado a quienes tenían la malversación por obsesión y principal ocupación.

No cabía apatía después de lo desvelado por Javier Rodrigo de Santos ante el fiscal. Una vez trasladado el amaño de Son Espases al juez, cabía concretarlo y confirmarlo. Ayer era el día. Con la prisión cumplida y la imagen perdida, sin posibilidad de acción política, el exhombre fuerte del Urbanismo de Palma ya no está para medias verdades ni genéricos. Quizás sí para el remordimiento, la reparación y una dosis de venganza que en política siempre es más ácida y sirve para confirmar al ciudadano lo que daba por supuesto. En sentido negativo, claro.

Rodrigo de Santos no defraudó. Certificó en sede judicial detalles y porcentajes de la corrupción aplicada en términos absolutos y descolocó a un PP tan afectado por la precipitación de acontecimientos que ahora hasta se proclama "escandalizado" por cuanto ocurría en casa propia. El 3% de comisión que un día escandalizó al Parlament de Cataluña haciendo retroceder a Pasqual Maragall, ahora más factible a la vista del caso Pujol, era, según Rodrigo de Santos, estricta realidad en la época Matas. Ayer aseguró al juez Castro que el partido lo exigía al concesionario de toda obra pública que excediera el millón de euros de presupuesto. Todo quedaba en familia. El intermediario, el cobrador, vamos, era Fernando Areal, el cuñado de Matas convertido en gerente del partido. Bárcenas no tenía nada que enseñar en Balears, si acaso supervisar, porque todo se hacía con el visto bueno de la sede popular en Madrid.

Lo sabían todos excepto los actuales responsables del PP balear pese a que las cifras eran cuantiosas y José María Rodríguez estaba y jamás se ha ido. De Santos reiteró que nada quedaba sin amañar. Lo estaba hasta la empresa que debía valorar las pujas de Son Espases y que se exigieron 9 millones de comisión a los aspirantes de la magna obra que sólo llegó a pagar OHL ante la imposibilidad de Dragados de reunir tanto "dinero negro". También dijo que UM y el PSOE se beneficiaron de la concesión de grandes obras.

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