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Llorenç Riera

Obras y gratificación en la sede del PP

La cuestión de la financiación opaca de la sede del PP en Palma se está enquistando mucho más de lo deseado y lleva rumbo de ocupar, precisamente ahora, en la antesala de las elecciones, una buena parte de la bronca política, que no debate parlamentario sensato dentro de los parámetros de las normas democráticas. Como ya se está viendo y hoy se repetirá en el Parlament.

El PP se está autolesionando al impedir que José Ramón Bauzá comparezca ante la comisión de Son Espases. El máximo responsable de un partido debe serlo con todas sus consecuencias. No puede pensar ni hacer proselitismo en el sentido de que el mundo empezó a rodar el día en que él tomó posesión de su cargo. La herencia recibida también cuenta. Hay que saber administrarla y ello pasa, invariablemente, por la desinfección.

Con la aplicación estricta de su abultada mayoría absoluta, el PP no evita el debate. Ni el castigo. Lo degrada hasta niveles peyorativos en perjuicio de los buenos usos y la regeneración democrática.

Desde el día en que Luis Bárcenas señaló directamente con el dedo acusador a la sede del PP de Palma como núcleo de financiación irregular y mercadeo de favores oscuros, el partido permanece, sobre este asunto, en la peor postura posible, la de brazos cruzados disimulada con evasivas. Debe una explicación a sus afiliados y a la sociedad en general. O una querella directa contra Bárcenas.

Es posible, de forma paralela, que la inmovilidad de los conservadores tenga su origen en el pánico que distorsiona las cosas y muestra como conveniente la ocultación de la estricta realidad. Los datos que esconde el PP van aflorando por la tangente mucho antes de que los afectados suponían. Ayer, sin ir más lejos, Més denunció que el Grupo Bruesa había obtenido concesiones de obra pública en Mallorca, entre 2007 y 2009, por una suma global de 68,8 millones. Su presidente fundador, Antonio Pinal Gil, fue señalado por Bárcenas y también por Rodrigo de Santos como uno de los donantes que pagaron las instalaciones palmesanas desde las cuales Bauzá controla el partido que preside y todo lo que puede en función del cargo que ocupa. Queda extendida la idea según la cual lo uno iba por lo otro. Yo te concedo obras de forma generosa mientras tú me montas la casa de modo confortable en el mejor lugar de Palma.

El terreno está minado de malos pensamientos desde el momento en que el PP no muestra el menor interés en desmontar esta teoría que apunta directamente a la línea de flotación de su honorabilidad. La oposición la seguirá explotando. Lo hará hoy mismo en el Parlament. Habrá que decir también que, mientras no se modifiquen las posturas, es necesario que así sea porque con ésta y otras mil corruptelas, presuntas o probadas, que campean por Mallorca, no está en juego sólo la rivalidad y el entretenimiento político, sino los cimientos del mismo sistema democrático. La transparencia vive sola. Necesita ganarse muchos adeptos. Todavía.

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