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Freixenet

Como es conocido, una diputada de CiU, Elena Ribera, ha propuesto en un tuit el boicot catalán al cava Freixenet por haber divulgado un anuncio dirigido a todo el Estado español en que se brinda por la unidad de España. "Por los próximos cien años juntos", se dice en el spot.

Naturalmente, al darse cuenta del alcance de su mensaje, la intransigente política nacionalista se ha retractado de inmediato, con el inaceptable argumento de que su crítica no sugería en realidad boicot alguno. Pero el daño ya estaba hecho y la querencia de los seguidores de Jordi Pujol en la política catalana ha quedado bien de manifiesto.

Todo el mundo recordará que en otras campañas de Navidad, el boicot fue sugerido en sentido contrario por algunos fanáticos nacionalistas españoles. No dio gran resultado pero el sentido era el mismo: se trataba de intentar someter por la fuerza al que piensa distinto. En esto consiste a fin de cuentas el nacionalismo, que parte de la base de que quien lo alienta se sabe el centro del universo, y no puede consentir que otro le dispute el privilegio de ser el mejor. Por decirlo claro, el nacionalismo catalán de CiU y ERC es idéntico e igualmente desdeñable que el nacionalismo de una extrema derecha españolista que por fortuna es muy minoritaria pero que también pesa en la formación de la opinión pública.

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