En primer lugar quisiéramos indicar desde la junta rectora que la opinión que describimos en este pequeño escrito no es ningún estudio en el que hayamos profundizado técnicamente ni mucho menos un análisis de alternativas sobre una determinada cuestión. Es sólo el análisis no exhaustivo de un problema que ha suscitado bastante polémica en los ciudadanos de Palma en las últimas semanas y en el que, sin duda, y con mucho gusto, hemos de participar.

Queremos señalar que el problema que se plantea no lo entendemos circunscrito al puerto de El Molinar, sino también a su paseo adyacente. Es por ello que si queremos opinar acerca del puerto, forzosamente lo tengamos que hacer del paseo. Son por tanto, dos problemas los que se plantean: la infraestructura portuaria y el paseo adyacente.

Al haber dos cuestiones a resolver, podemos considerar que se pueden solucionar los dos problemas, o sólo uno de ellos. No resolver ninguno supondría dejar todo como está, perdiendo, entendemos, la oportunidad del vencimiento del plazo concesional del puerto para avanzar en la mejora de las infraestructuras de la ciudad.

La dársena deportiva actual es objeto de un período concesional que finaliza en el año 2018, por lo que ha sido planteada por el actual club náutico una modificación que suscita serias controversias. Entendemos que la ubicación del puerto no es la más deseable, pues está en una zona con poco abrigo natural y con muy poco calado lo que deja la dársena expuesta a la rompiente no sólo en episodios extraordinarios, sino incluso en regímenes de oleaje ordinarios. Eso supone que con bastante frecuencia el oleaje impide la operatividad de las embarcaciones, amén de la fácil entrada de arena que reduce al mínimo el calado de la dársena, obligando a dragados continuos. Por otro lado, el paseo, que discurre con normalidad desde el paseo marítimo de Palma hasta el Arenal de Llucmajor, queda estrangulado justo en la zona donde se sitúa el puerto de El Molinar. Este paseo es transitado por una gran cantidad de ciudadanos que aprovechan para pasear, ir en bicicleta, patinar, correr, en fin toda una serie de actividades que le dotan de una gran aceptación. El puerto es una infraestructura concesionada que es explotada desde el ámbito privado, mientras que el paseo es una infraestructura pública de la que disfruta toda la ciudadanía. Esta condición no sólo pública del paseo, sino además muy aceptada y usada, nos lleva a proponer que sin duda lo que hay que resolver su estrechamiento y desubicación. El paseo debe tener la continuidad natural con una anchura equiparable a la que tiene en sus secciones anterior o posterior a la zona del puerto, pudiendo su cota dejarla a cota baja si el puerto se mantiene o debiendo subirla si se eliminara.

Dando por hecho que el paseo hay que mejorarlo, nos encontramos con que su modificación necesariamente invade la dársena actual del puerto. A partir de este hecho existe una disyuntiva: modificar el puerto o eliminarlo. No cabe la posibilidad de modificar el paseo sin hacer lo mismo con el puerto porque la modificación de aquel desplaza la dársena de este.

Si se opta por modificar el puerto y, lógicamente mejorarlo, la elección entre un puerto de mayor o menor tamaño va íntimamente ligada a la operatividad que se desee. Cuanto más pequeña se diseñe la nueva infraestructura portuaria, menor operatividad tendrá. En caso de querer un puerto con una operatividad similar a la de otros puertos deportivos de Balears, el tamaño mínimo se parece mucho al presentado por el club náutico, independientemente de las embarcaciones que abrigue, pues el dique hay que sacarlo fuera de la zona de rompientes extraordinarias y hay que dotar a la dársena de un mínimo de calado que difícilmente debe ser inferior a 2,5-3 metros en su bocana. Se puede diseñar una dársena menor, pero habría más días al año en los que no sería seguro ni salir ni entrar en la zona abrigada, es decir, no sería conveniente operar con las embarcaciones, amén de que éstas se tendrían que limitar a motor o vela de muy poco tamaño. Remodelar el puerto a otro de similar tamaño al actual y mejor operatividad implicaría la construcción de un dique exento que debería prolongarse mucho para proteger la bocana. No bastaría hacerlo de la misma longitud que la "proyección" del puerto sobre la costa. Debería ser tanto más largo cuanto más se alejase de la bocana.

Hemos visto que solucionar sólo el puerto y no el paseo no es, en nuestra opinión, adecuado, pero sin embargo, quizá no hay que olvidar la posibilidad de solucionar el problema del paseo y eliminar la dársena deportiva actual restituyendo la costa a su estado original, pues, como ya hemos indicado, su ubicación ni es ahora ni ha sido nunca la deseable para una infraestructura de este tipo. En tal caso, proponemos analizar la posibilidad de que los actuales poseedores de un amarre en el puerto de El Molinar se les pudiera ubicar en el actual puerto de El Portixol, también de titularidad estatal y de mejores condiciones de abrigo y operatividad.