Pablo Iglesias aplaude al Papa. Hace cien años, cuando el Pablo Iglesias conocido era otro y también era otro el pontífice romano, la noticia hubiera sido chocante. Hoy no lo es tanto, porque el líder de Podemos se apunta a un bombardeo y Francisco se mete con la casta de los burócratas y los poderes financieros que secuestran la democracia. Mientras tanto, los eurodiputados de Izquierda Plural se ausentan del hemiciclo de Bruselas porque no están para sermones religiosos en un templo que se supone laico. Una postura muy ideologizada, cargada de presuposiciones y verdades esquemáticas del viejo dogma izquierdista. Por eso Podemos le va a robar el almuerzo a Izquierda Unida, aunque esta ponga al frente al candidato que más se parece a los inesperados competidores. Un día de esos van a descubrir que lo de ser "comecuras" ya no vende, porque la religión se ha alejado del eje de preocupaciones de la gente.

El anticlericalismo vende poco porque tampoco vende el clericalismo, por lo menos en comparación a los viejos tiempos. Aunque a Francisco se le podría reprochar, desde el templo europeo de la democracia, el carácter absolutista del estado donde reina como monarca de triple corona. Sus palabras a favor de la justicia y la compasión, que tanta gente puede compartir, serían incluso más creíbles si la gran organización internacional que preside funcionara internamente como una democracia. Y si el motivo para que no lo haga es de tipo doctrinal, si la oligárquica designación del pontífice por un colegio de cardenales designados a su vez por el pontífice anterior es una cuestión de fe, entonces el plante de Izquierda Plural puede tener su justificación. Y Pablo podría haber tenido tales factores en cuenta. Pero Francisco vende bien en los medios, especialmente en los audiovisuales, y esta es también la vía de Pablo para tomar al asalto el cielo del poder en la Tierra. Pablo aplaude a un monarca absoluto que es aplaudido por la buena gente indignada del mundo porque sus palabras y gestos véase en caso de Granada hablan de exigencia intransigente de justicia, y eso nos gusta a todos.