Emaya sólo ha presentando una gestión transparente y una actuación eficaz en contados días excepcionales. Ahora que las aguas políticas, vertidas desde la conducciones internas del PP, vuelven a bajar muy turbias en el entorno de Cort, a cuenta de la defenestración del alcalde Isern, saltan otra vez los imbornales de la atascada cañería que enlaza la casa consistorial y su ramificación a la próxima sede de los conservadores, con la empresa municipal de aguas y alcantarillado.

La opinión pública no recibirá agua clara de tales asuntos, porque el modo de administrarlos es más bien fétido y se han estancado demasiados olivos o rescates interesados y por tanto pestilentes. Pero no huelen las alcantarillas, atufan las artimañas de mala política que se vierten, de forma tan interesada como inadecuada, en ellas. Si todo se hubiera hecho bien a su debido tiempo, prescindiendo de maniobras opacas, las cosas resultarían más seguras, rentables y transparentes. Sabemos, sin embargo, que los modos sensatos de obrar no han caracterizado siempre las prácticas habituales de la Administración en este archipiélago.

Vamos camino de una versión express y de menor densidad de aquel Túnel de Sóller que abrió el primer boquete sobre la corrupción política en Mallorca. El alcalde Mateo Isern ha llevado ante la fiscalía Anticorrupción las presuntas irregularidades cometidas en 1999 por su antecesor, también del PP, Joan Fageda y el entonces responsable de obras, José Maria Rodríguez, en la contratación de la recogida subterránea de basuras que hoy, cuando apenas se ha cumplido un tercio de su periodo de vigencia, ya está inservible.

Se sospecha el pago de sobresueldos y la extensión de facturas por trabajos no realizados. Mientras Emaya ha denunciado por otro lado a la empresa concesionaria y le reclama 30 millones de indemnización y también se investiga a un operario por derivar servicios hacia una empresa familiar, el pleito planteado por Isern tiene pocos visos de prosperar. El fiscal se ha dado cuenta de que puede haber prescrito de ahí su similitud con el Túnel de Sóller y está a la espera de informes técnicos para determinar la viabilidad de una querella.

Como era de esperar, la reacción de José Maria Rodríguez no se ha hecho esperar. El presidente del PP de Palma y aliado de Bauzá en la neutralización de Isern, acusó al alcalde de haberse olvidado de las irregularidades de su antecesora, la socialista Aina Calvo, en la gestión de Emaya. Estas declaraciones han hecho que el fiscal haya reclamado de inmediato una aclaración. Ayer, Rodríguez aportó informes de la Sindicatura de Comptes que apuntan al fraccionamiento irregular de contratos realizados en 2009. Al final, muchos movimientos a plazo vencido y escasa clarificación o voluntad de transparencia. El incentivo no es la eficacia y la legalidad en la gestión de Emaya. Predomina sobre ello la instrumentalización de un uso enfermizo de la política.