Decía Renan que "el hombre no es un esclavo ni de su raza, ni de su lengua, ni de su religión, ni del curso de los ríos, ni de la dirección seguida por las cadenas montañosas". Se ve que no había estado en Jerusalén, donde la religión se mezcla con el nacionalismo (esas "fantasías peligrosas", como las llamaba Einstein) para hacer el aire completamente irrespirable.

Los monoteísmos están en posesión de la verdad absoluta, son excluyentes e intolerantes y han caído como aves de rapiña sobre unos pocos kilómetros cuadrados en derredor de Jerusalén, una ciudad tres veces santa porque lo es para las tres grandes religiones monoteístas. Aquí estaban el primer y el segundo templo de los judíos y algunos extremistas hablan hoy de construir el tercero. Aquí sufrió Jesús su pasión y muerte y aquí está el Haram al Sharif (explanada de las mezquitas) de los musulmanes donde está Al Aqsa, el tercer lugar más santo del Islam tras La Meca y Medina, y también la mezquita de La Roca, construida para más inri (nunca mejor dicho) sobre una piedra desde la que Al-Buraq, el corcel de Mahoma, brincó para subirle al cielo. En una pedregal como es el desierto de Judea, Mahoma fue a elegir la misma roca sobre la que Abraham iba a sacrificar a su hijo cuando se le presentó Dios como una zarza ardiendo y un ángel detuvo su brazo. Sin saber estas cosas no se puede entender la irracionalidad del actual enfrentamiento entre palestinos e israelíes.

En mi opinión, de la tensión en Jerusalén tienen culpa todos pero ahora tienen más culpa los israelíes, que son quienes están alterando en su favor el viejo statu quo desde que la tomaron por las armas en 1967. Lo hacen cuando la proclaman "capital única e indivisible del Estado de Israel"; cuando expulsan a palestinos del Este ocupado de la ciudad (quedan 300.000); cuando expropian o derruyen sus casas; cuando construyen muros que la aíslan de su entorno palestino; cuando edifican asentamientos en tierras palestinas que la rodean; cuando amenazan con prohibir las oraciones en Al Aqsa o cuando hablan de construir el tercer templo encima de esa mezquita. O de excavar bajo sus cimientos.

Son asuntos que sublevan a los palestinos pero en los que no tienen arte ni parte porque no les dejan intervenir. Hoy la tensión es muy alta y los asesinatos se suceden, el más reciente esta semana con la cruel matanza a cuchilladas de cinco rabinos en una sinagoga por dos terroristas también muertos. Otros ocho judíos resultaron heridos. Algo parecido ocurrió en 2008 (ocho estudiantes asesinados en una escuela talmúdica) y en 1994 cuando un terrorista mató a 29 musulmanes que oraban en la cueva de los patriarcas de Hebrón. Y a Yitzak Rabin le mató otro extremista judío... En Gaza se ha llegado a festejar la reciente masacre. ¿A qué grado de deshumanización estamos llegando?

A mí estos conflictos donde los sentimientos predominan sobre la razón me dan mucho miedo porque son incontrolables y se desbordan con facilidad. Cuando estas cosas suceden se impone la irracionalidad y como ha dicho Moshe Halbertal, de la universidad hebrea de Jerusalén, "cuando se introduce la dimensión religiosa se absolutiza el conflicto, se pueden dividir la tierra y la seguridad pero lo sagrado es indivisible".

Añade que cuando eso ocurre se "globaliza el conflicto, porque se convierte en un conflicto para todos los musulmanes y deja de ser un conflicto entre israelíes y palestinos". Tiene razón y eso es lo que está ocurriendo ahora. Por eso es importante relanzar el proceso de paz entre israelíes y palestinos obviando problemas graves como la división de estos y la radicalización de Hamas. Es la pescadilla que se muerde la cola, ¿qué es antes, el huevo o la gallina? Para algunos la ocupación israelí es la razón de la radicalización palestina, mientras que otros creen que no pueden poner fin a la ocupación mientras no reciban garantías de seguridad. ¿Cómo negociar con quién no te reconoce? Los dos tienen razón pero hay que romper ese nudo gordiano y los palestinos y los israelíes, por sí solos, no son capaces de hacerlo. Necesitan presión, impulso y garantías de parte de la comunidad internacional, esto es, de los EE UU y de Europa. Nosotros somos los principales socios comerciales de Israel y los principales donantes de ayuda a los palestinos, algo que nos daría una palanca considerable si nos decidiéramos a utilizarla... y si tuviéramos una postura común sobre el conflicto, cosa que no tenemos.

Ahora el Congreso ha consensuado (¡es capaz de ello!) una proposición no de ley instando al Gobierno a reconocer el Estado Palestino, como ya ha hecho el Reino Unido y se dispone a hacer Francia. Algunos países europeos ya lo han reconocido y otros no lo quieren hacer. El texto es cauto, no amenaza, no condiciona ni habla de plazos y pretende coordinarse en el marco de la UE y contribuir a la negociación de un arreglo permanente. Los palestinos están contentos y los israelíes están indignados. El momento elegido fue desafortunado por coincidir con el atentado de la sinagoga, pero es una decisión bien intencionada porque la paz solo llegará con el fin de la ocupación, con garantías de seguridad y con dos estados en esa tierra que llaman santa. Es la única forma de acabar con una insania que ya lleva sesenta años.