El Dijous Bo es grande. Es un gran Dijous Bo. Por su extensión es inmenso, quien pretenda devorarlo por completo recorre un mínimo de ocho kilómetros. Por sus raíces, más sólidamente ancladas que la sonda Philae en el cometa 67/P, es un gran Dijous... Bo. La feria es un ir y venir de decenas de miles de personas bajo el frío y la lluvia otoñal, como ocurrió el año pasado, o casi en mangas de camisa como ayer.

Dejemos de lado las cifras absurdas que facilitan los políticos, solo comparables con las que aportan los organizadores de manifestaciones. No importa si los venidos de fuera -forasters en el sentido estricto de la palabra- son 10.000 más o menos. La única verdad absoluta es que Inca se convierte en la capital de Mallorca sin que ni siquiera Palma se permita discutirle esta supremacía un día al año.

El Dijous Bo son cientos de expositores de comida, flores, coches, tractores, empresas de seguros, artesanos, animales vivos... Es tan grande su tamaño que resulta inabarcable para la inmensa mayoría de los visitantes. Sin embargo, su principal activo es que forma parte de esos acontecimientos que no se discuten ni se analizan, simplemente se viven, son importantes per se, por la tradición secular que atesoran. Es una sensación que no se explica, un poder que emanan aquellas citas que arraigan en la gente. Como el primitivo baile de los Cossiers, capaz de sacar una lágrima a los habitantes de aquellos pueblos que mantienen la tradición. O el Cant de la Sibil·la, que con palabras incomprensibles y canto monótono llega a lo más profundo del alma mallorquina. A la de los creyentes, a la de los incrédulos y a los corazones duros. Es algo parecido a lo que se siente en un lugar cargado de historia. En el campo de batalla queda la energía de la sangre derramada cientos de años después de la confrontación.

El Dijous Bo atesora el poder de la tradición, la fuerza de la realidad de hoy y la confianza en un futuro esplendoroso. Seguirá evolucionando o continuará abierto a los cambios. Pero nada afectará a su popularidad mientras las novedades mantengan su fidelidad a las esencias. Seguirá siendo la gran fiesta de Mallorca mientras no altere su adn.