Aquella vieja máxima que pregona que no hay más alternativa que la de renovarse o morir, recobra fuerza y vigencia en los tiempos actuales por lo que respecta al mundo del comercio y del consumo.

No son tiempos de alegría para las cajas registradoras. La competencia arrecia por doquier para el pequeño comercio de proximidad y amabilidad. Las grandes superficies por un lado y la venta electrónica en el inmenso bazar, todavía creciente, de internet, estrechan el cerco.

Hay que reinventarse para sobrevivir. No queda alternativa, con el agravante de que hay que hacerlo precisamente ahora, cuando el consumidor topa con una sucesión de obstáculos para ejercer como tal y cuenta con escasos recursos para atender a los reclamos actualizados que se esfuerzan para captar su atención. Atención puede llegar a haber, pero respuesta, poca. Sin ir más lejos, el último informe de Cáritas divulgado anteayer indica que 3 de cada 10 residentes de Balears están en zona de exclusión social por falta de ingresos y otros 4 en riesgo de ingresar en ella. Así, poca militancia clientelar se puede captar. El vedado ha quedado muy, demasiado, restringido.

Pero, si el pequeño comercio no quiere seguir bajando barreras y caer en las mismas carencias que sus potenciales clientes, debe inventar y copiar ideas de la creatividad para sumarlas a los esfuerzos capaces de contrarrestar la falta de nutrientes económicos, precisamente ahora, cuando hasta el efecto climático puntual de este otoño parece haberse aliado en contra de la ropa de abrigo.

Algo de eso han entendido las patronales mallorquinas del comercio y la restauración. Lo han hecho hasta el punto de asimilar que, dándose la mano, los obstáculos del camino se soportan mejor. Aunque los baches no llegan a desaparecer, ni mucho menos. A partir de ahí empieza la colaboración y el trabajo conjunto que se está comenzando a desplegar. La iniciativa más inminente es la del establecimiento de unas jornadas especiales, previas a la campaña de Navidad, con retraso sobre el cierre habitual de los establecimientos y ofertas especiales para los clientes.

Nuevos ganchos en definitiva. Se tiene la vista puesta sobre el próximo 28 de noviembre, en el centro de Palma, con el llamado "black friday", ofreciendo descuentos de hasta el 30% y alianzas entre bares y tiendas para que ambos establecimientos puedan tener abierto hasta las 11 o las 12 de la noche. El 4 de diciembre, con la inauguración de Tapalma, las tiendas también barajan tener abierto para contribuir a la animación y aprovechar cualquier oportunidad de venta.

Pero entre todo ello ha aparecido otro motivo de inquietud. Es el del avance de las rebajas, ahora que esta práctica se ha liberalizado. Las patronales entienden que adelantarlas antes del 7 de enero sería contraproducente y restringiría recursos para dotarse de nuevos surtidos de cara a próximas campañas, pero admiten que, al final, será el cliente quien marque ritmos con lo que el nivel de consumo impondrá el calendario de rebajas.